30 años de las revueltas en Tiananmen

05.06.2019

   Hoy hace 30 años de esta imagen que dio la vuelta al mundo. Un ciudadano chino frente a un tanque del ejército popular, al que termina encaramándose. Una historia de represión y de ocultación en un país en el que el más del 50% de sus habitantes ven con mejores ojos un desarrollo económico brutal que la apuesta por una vía hacia la democracia liberal.

     Os dejo con este interesante articulo a modo de recuerdo de aquellas jornadas de junio de 1989.

China justifica la matanza de Tiananmen

Fuente: La Vanguardia, 3 de junio de 2019.

   Ya han pasado tres décadas, pero Yao Weijie lo recuerda como si fuese ayer. Corría la noche del 3 al 4 de junio de 1989 cuando a ella y su marido, el operario de 42 años Yang Minghu, les llegó la noticia de incidentes en las inmediaciones de la plaza de Tiananmen.

   El matrimonio simpatizaba con los estudiantes que llevaban allí siete semanas de protestas y quiso asegurarse de que los jóvenes estaban bien. Pero cuando Yang se acercó a ver qué pasaba, la mala suerte quiso que en su camino se cruzara una bala disparada por los militares. Murió en el hospital dos días después con la vejiga perforada. De esta manera, su nombre pasó a engrosar la lista del millar de fallecidos -aunque nadie sabe la cifra a ciencia cierta- que dejó aquella trágica jornada en Pekín, un desenlace que muy pocos habían previsto.

   Ayer, el Gobierno justificó aquella matanza con el argumento de que trajo la estabilidad social que necesitaba la economía para crecer y disparar el bienestar de todos lo chinos.

   "Nadie pensaba que el ejército fuera a abrir fuego contra los estudiantes. Era inimaginable. Era una época de paz", cuenta la viuda You, de 66 años, a la agencia France Press.

   A You y su marido les tocó vivir tiempos revueltos. A finales de los años ochenta, el bloque comunista se tambaleaba tras los aires de cambio traídos por la perestroika de Gorvachev.

   En casa, China trataba de dejar atrás el nefasto recuerdo de la Revolución Cultural de Mao (1966-1976) a la par que se abría al mundo. Allí, la muerte en abril de ese año del ex secretario general del Partido Comunista chino (PCCh), el reformista Hu Yaobang, sirvió como catalizador de unas manifestaciones lideradas por los estudiantes en las que exigían mayor transparencia, más libertad política y el fin de la corrupción.

   El Gobierno sostiene que la represión trajo la estabilidad que requería la economía

   Pero aunque entre sus demandas no figuraban explícitamente una democracia al estilo occidental o el fin del PCCh, las autori­dades vieron en el movimiento una amenaza existencial que era ne­cesaria aplacar. Tras días de ne­gociaciones, ley marcial y di­vergencias en la cúpula política y militar, el ala dura del partido se impuso. El resultado es conocido por todos: el ejército tomó la ca­pital, desalojó a base de porrazos, tiros y tanques las calles y quedó claro que las autoridades permitirían el desarrollo económico pero sin libertad política.

   Durante los siguientes 30 años, el PCCh se ha resistido a revisar su actuación o aceptar que se cometieron errores aquellos días, mucho menos aún a pedir perdón a las víctimas. "Siguen pensando que es demasiado arriesgado o desestabilizador, por lo que optan por permanecer en silencio", explica a este diario Jean-Pierre Cabestan, especialista de la Universidad Baptista de Hong Kong. "Eso no significa que no piensen en ello. Al contrario, es algo que les obsesiona. Pero en vez de afrontarlo de cara, han tratado de imponer una amnesia colectiva que entierre bajo la alfombra lo sucedido, algo que en parte les ha funcionado", añade.

   A día de hoy, lo sucedido en Tiananmen sigue siendo un gigantesco tabú en el país. Los libros escolares y los profesores no lo mencionan; la eficiente censura cercena de raíz cualquier mensaje, noticia o imagen que tenga la más mínima relación con el tema; el acceso a la plaza, corazón físico y emocional del país, está blindado a cualquier tipo de manifestación; a aquellos que aún así insisten en desafiar a las autoridades, les espera una temporada "de vacaciones" en otra parte del país o una temporada en prisión; y también hay quien, aunque no aprueba lo sucedido, no comparte que este episodio se use como arma arrojadiza por parte de un Occidente mucho más benévolo consigo mismo a la hora de recordar episodios como las invasiones de Irak o Afganistán.

   Pero tras su aparente fortaleza -China es la segunda economía mundial, tiene el segundo mayor presupuesto en defensa del planeta y es capaz de reprimir cualquier desafío por parte de la sociedad civil-, el aniversario del martes llega en un momento complicado.

   "Hay más nerviosismo que hace unos años. La desaceleración económica, la guerra comercial con Estados Unidos, el descontento de algunas élites intelectuales con las pretensiones del presidente Xi de perpetuarse en el poder... Ha crecido la insatisfacción, aunque todavía es pronto para saber si es lo suficientemente fuerte como para dividir el liderazgo y debilitar a Xi", apunta Cabestan.

   Aunque parece descartado que se pueda repetir un nuevo Tia­nanmen, estos días proliferan los artículos que llaman a no olvidar lo sucedido y que auguran futuras grietas en el muro de silencio erigido por el PCCh, supuesto prolegómeno de una revisión que finalmente llevará a una democratización del país.

   En el interior, víctimas como You, que también pertenece al grupo Madres de Tiananmen, aspira a algo más mundano como que le pidan perdón o poder depositar unas flores en el lugar donde su marido fue herido de muerte. Hasta que ese momento llegue, está decidida a seguir exigiendo que las autoridades revelen el número exacto de muertos y su identidad. "Hemos persistido durante 30 años, y continuaremos haciéndolo", afirmó.


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