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El siglo de China


      Juan A. Flores Romero

     Ramón Tamames nos presenta en este libro, fruto de su exhaustivo análisis sobre el devenir económico del gigante asiático, un complejo pero asequible texto que nos permite analizar las causas que han llevado a China a ser la gran superpotencia del siglo XXI.

     En 1979, Deng Xiaoping desmonta el sistema de planificación central de la economía en favor de un nuevo modelo basado en una suerte de capitalismo de estado. Estamos hablando de un momento que se sitúa una década antes de la caída del muro de Berlín y del estrepitoso derrumbe del bloque socialista. Quizá el modelo chino pudo dejar entrever que otra economía "planificada" era posible.

    Sin duda, las claves del progreso económico hay que hallarlas en la inversión de talento, el ahorro interno, la expansión exterior y el aseguramiento de fuentes energéticas. El gigante ha crecido en medio de potentes carencias en materia de educación y sanidad en muchos de sus territorios, aunque bien es cierto que el número de chinos que han salido de la pobreza y ahora pertenecen a una creciente clase media consumidora es realmente impresionante. La cultura y la formación académica se reserva para los más aptos, recordando a aquella época en que Deng Xiaping enviaba a universidades de prestigio de Occidente a los mejores talentos del país.

     El crecimiento del gigante asiático, a pesa de todo, tuvo que lidiar con otros problemas de índole política: los contenciosos sobre Taiwan, Hong Kong o Macao sin olvidar los acontecimientos de la plaza de Tiannanmenn en junio de 1989, que avivaron el rechazo internacional a un régimen que reprimía las libertades elementales.

     Una clave para entender la pretensión de China por eliminar disidencias internas y focos de insurrección es la repoblación de zonas consideradas hostiles al gobierno central, especialmente Tíbet. Para ello, el gobierno de Pekín ha utilizado a la mayoría Han que supone el 95% de los chinos continentales.

     En una décadas, el país se ha convertido en uno de los polos industriales y tecnológicos más importantes del mundo. La estrategia ha sido la creciente privatización de las empresas. Se pasó de 238.000 empresas estatales en 1998 a tan solo 150.000 en 2005. Y la cifra va en aumento. China es hoy el país asiático que más turistas recibe si bien su gobierno siempre está en tela de juicio por el desprecio a los Derechos Humanos. Eso no le quita ni un ápice de interés comercial. China es la gran fábrica del mundo, en parte por una política de beneficios fiscales, mano de obra barata, escasos derechos laborales (¡en un país comunista!) o la privatización de empresas que, como ya he apuntado, no ha parado de crecer. Todo ello ha convertido al estado chino en un comprador de deuda internacional, en líder de exportaciones y en la asunción de un estilo de vida occidental -moderno y consumista-, compatible con el inquebrantable estado comunista.

     China da saltos muy importantes con el cambio de milenio. Entre 1995 y 2004, la inversión exterior pasó de 2.000 millones a 23.000. Durante todo este tiempo, el gigante ha ido dando pasos de gigante en la batalla por el control de materias primas en amplias zonas del planeta, en el aprovisionamiento de recursos fósiles, como el petróleo, en base a acuerdos con estados como Irán, Angola o Sudán. Su innegable competitividad en el terreno informático, ha hecho que Lenovo (de nacionalidad china) haya engullido a IBM  y compita actualmente con empresas norteamericanas como Dell o HP.

     Occidente, por tanto, pierde competitividad respecto al gigante asiático. El "león dormido" gana en África la batalla de la influencia comercial y política. Esa estrategia viene acompañada de una silenciosa pero fuerte apuesta por el desarrollo militar y por una incipiente pero prometedora carrera espacial.

    Y para colmo, China nos recuerda que el país que más crece en el mundo es precisamente un estado comunista que supo sobrevivir al naufragio de la URSS y de gran parte del bloque no capitalista. El comunismo quedó con muchos peones tocados, pero con su reina intacta.

    Lejos quedaron las pretensiones del primer plan quinquenal (1953-57) y del Movimiento de las Cien Flores (1957) que Deng Xiaoping sustituyó por la apertura al un sistema de economía mixta que ha llevado al país a tener en 2006 la cuarta parte de las reservas mundiales de divisas y se ha convertido en el gran banco de préstamos a Estados Unidos, así como el mayor comprador de bonos del tesoro norteamericano. También es un gran importador de productos y materias primas de países emergentes (petróleo de Angola, cobre de Zambia, coltán y maderas de Congo, hierro y oro de Sudáfrica, platino de Zimbabue,...). Una política de "buenas relaciones" e intercambios -eso sí, asimétricos- que le desmarca de la política agresiva de Estados Unidos y le asegura relaciones fructíferas con Rusia, Irán, India, Corea del Sur o Singapur.

     Una de las asignaturas pendientes -que seguro llegará- es la transición ecológica. De una economía dependiente del carbón y el petróleo a otras fuentes de energía, alguna de ellas posiblemente descubierta en la luna y que puede suponer una fuente casi inagotable de producción de electricidad. La contaminación o la deforestación, no obstante, son problemas con los que tiene que lidiar aún la economía china. El hecho de cambiar los palillos de madera para comer por otros de bambú, o apostar por la reutilización de los mismos, puede evitar la tala de millones de árboles. Cualquier gesto puede ser un paso relevante para descubrir a China como un país preocupado por la salud del planeta, si bien todos los acuerdos  internacionales en esta materia nos dicen lo contrario.

    Las pretensiones de China se basan en un crecimiento acompañado de una apuesta por la seguridad y la sostenibilidad. Hu Jintao dijo en la tribuna de la ONU en 2005 que su país no albergaba aspiraciones bélicas. Hoy podríamos decir que es el más serio competidor de los Estados Unidos; tal vez demasiado serio. 



Los 70 años de El segundo sexo

Juan A. Flores Romero

     Hace unos meses rememoramos el 70 aniversario de "El segundo sexo", de Simone de Beauvoir, una monumental obra clave para entender el feminismo en el siglo XX. Vivimos inmersos en el debate sobre los derechos de la mujer en una sociedad, la occidental, en la que hace apenas medio siglo este más del 50% de población fue despertando la conciencia de un mundo en transformación y reivindicando unos derechos que le habían sido negados por el hecho de pertenecer a un sexo concreto. Soy padre de dos criaturas, una de ellas niña, y no puedo concebir cómo por el mero hecho de nacer mujer un individuo puede estar sometido a una merma tan brutal de derechos a lo largo de la historia. Los roles de género los tenemos muy interiorizados. Forman parte de nuestro ADN como sociedad. Y es cierto que hay una parte biológica que condiciona determinados comportamientos en sendos géneros que, con el devenir de la historia, se han erigido en patrones rígidos; tales como la crianza de los hijos, las tareas del hogar, la mayor o menor sensibilidad. Rasgos, sin duda, que no son propios de género alguno y que tan solo los necios tratarían de encasillar y hacerlo exclusivo de uno de los dos.

     En el mundo occidental, la revolución de la mujer es una cuestión que ya ha estado sometida a debate. Es innegable que se han logrado avances notables respecto a épocas anteriores, sobre todo respecto a la generación de nuestras abuelas. Si miramos a otras culturas o a otras latitudes, podemos constatar que es todavía un problema sin resolver. La mujer aún está sometida a un poder patriarcal brutal que hace de ella un instrumento al servicio del varón en el terreno social, económico, religioso, sexual,... Se habla de minoría de edad perpetua, de ablación del clítoris, de ejecuciones por adulterio,...

     Simone de Beauvoir comienza realizando un recorrido histórico sobre el patriarcado y su poder anulador de la idea sde feminidad. La obra comienza con una cita de Pitágoras que reza: "hay un principio bueno que ha creado el orden, la luz y el hombre, y un principio malo que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer".

     Esa idea se ha ido arrastrando a través de los siglos, relegando a la mujer a simple instrumento en manos del hombre (sometimiento en el hogar, prostitución, ejecución por adulterio en sociedades polígamas,...). La mujer ha mamado esa cultura desde los inicios , por lo que "las burguesas son solidarias con los burgueses y no con las mujeres proletarias; las blancas de los hombres blancos y no de las mujeres negras", existe una conciencia de clase, de raza, de credo,.. pero no ha existido una conciencia de defensa de la mujer, al menos hasta bien entrado el siglo XIX. La mujer es indispensable en el acto procreador, pues es quien concibe en su vientre un ser nuevo, pero, como apunta la autora, "la mujer que engendra no conoce el orgullo de la creación; se siente el juguete pasivo de fuerzas oscuras, y el doloroso parto es un accidente inútil o incluso inoportuno".

     Frente a esta idea residual de la mujer se eleva el Homo faber, que, desde el inicio de los tiempos, ha sido el inventor, el cazador, recolector, protector,... La vivencia de la sexualidad va asociada a esta superioridad social. "El varón es polígamo y a la mujer se le exige castidad". Es el poder del macho alfa que hoy en día aparecen en muchas de las obras de autores contemporáneas que tratan el tema del sexo, como es el caso de Michel Houellebecq en "Las partículas elementales".

     Los textos religiosos no bastante explícitos en el desprecio por la mujer. Especialmente en el Antiguo testamento en libros como el Levítico o el Eclesiastés. Incluso en Egipto, antes de la supuesta huida de los hebreos en torno a 1250 a.C., la condición de la mujer era bastante más digna dentro de sociedades polígamas. El divorcio estaba permitido para ambas partes. A lo largo de los siglos y culturas, Simone de Beauvoir disecciona la realidad, las causas y también los logros de un colectivo, la mujer, que ha formado parte de la historia pero que ha sido relegada a un papel secundario, por lo que podemos colegir que la historia de la humanidad ha sido enteramente guiada por valores masculinos con excepciones muy puntuales. Hasta el siglo XIX, concretamente en 1848, en plenas revoluciones burguesas, la mujer no pudo fundar clubes, periódicos ni participar de manera un poco más activa de la propia sociedad que se transformaba a pasos agigantados tras las revoluciones de 1776 y 1789.

     Simone de Beauvoir, en definitiva, supo diseccionar hace 70 años el origen de esta discriminación crónica, cuestionándose hasta qué punto puede determinar la vida de una persona el hecho de ser mujer y qué oportunidades se han negado a eso que denominó "el segundo sexo", en una época en la que apenas existía signo alguno de manifestación feminista. No olvidemos que las estructuras mismas de las ideologías que hoy se muestran más abiertas a la promoción de la mujer eran tremendamente machistas, incluso hasta fechas muy recientes.

     Posiblemente, este estudio es el más serio que se haya escrito en todo el siglo XX sobre el tema de la mujer desde una perspectiva del existencialismo de posguerra surgido, o al menos desarrollado, a partir de una época cimentada sobre las cenizas del Totalitarismo. Tras 1945 el mundo debatía nuevos modelos de convivencia y otras percepciones de la realidad social.

     El feminismo en estados Unidos se desarrolla a partir del movimiento que promueve Eleanor Roosevelt desde 1946 encaminado a reivindicar una carta o Declaración Universal de los Derechos Humanos, si bien ya habían existido luchadoras que de manera aislada se habían enfrentado a un estricto andamiaje patriarcal. Es a partir de esa lucha iniciada sobre los estos de un mundo en descomposición, allá por los inicios de la Guerra Fría, cuando en Europa y en Estados Unidos, toma fuerza el movimiento reivindicativo por los derechos de la mujer. Simone de Beauvoir toma esta idea y la transforma en pensamiento ilustrado, preguntándose por el porqué de la situación que históricamente ha vivido la mujer y cuáles han sido las estructuras políticas, tribales, culturales, psicológicas,... que lo han hecho posible. Un sexo definido por cualidades como el afecto y el deseo, alimentadas desde un heteropatriarcado empeñado en la definición de rígidos roles sociales que dejaban a la mujer sometida a las estructuras creadas por una sociedad en la que la jerarquía y la fuerza son los rasgos que constituyen la fuerza de la tribu: el cazador-protector de la familia frente a la mujer supeditada a la indiscutible fortaleza del varón como garantía de supervivencia del clan.

     Quizá, en esta sociedad de ocultos instintos tribales, es un buen momento para encontrarse con esta escritora que ha marcado un hito en la intelectualidad del siglo XX.



¿Qué pasó con los espías?


   Juan A. Flores Romero

   "No, no, era un gran hombre, un hombre bueno que trabajó para nosotros durante quince años. Si un hombre es alto, resulta evidente que posee autoridad. Si posee una voz de oro, sus palabras también son de oro. Si se parece a Schiller, tiene que sentir como Schiller. Si la sonrisa es remota y espiritual, también ha de serlo el hombre que hay detrás". Es una reflexión literaria que realiza John Le Carré en "El peregrino secreto". El gran maestro de la novela de espionaje nos describe siempre tipos que parecen demasiado humanos, muy alejados de los estereotipos que nos ofrece el cine y otros escritores del género más actuales. Estos hombres eran más parecidos indudablemente a Chelsea Manning, a Snowden o a Julian Assange, salvando las distancias. Algunos los han tratado de criminales pero a mí no me apetece ser políticamente correcto; este artículo no es de obligada lectura y no pretendo que estés de acuerdo con todo lo que escribo. Abú Ghraib o Guantánamo son ejemplos que superan cualquier ficción y de la que ya pocos hablan. Muchos han sido los abusos que se han producido en nombre de la libertad y la democracia en ciertos lugares del mundo con el objetivo, a veces más que dudoso, de preservar nuestra seguridad. Quizá hoy necesitemos más que nunca esas novelas de espías que nos hagan reflexionar sobre lo que se cuece en las cloacas de nuestro sistema. Tal vez hoy vivimos demasiado abducidos por las redes, que son las que realmente nos están controlando. Solo hay tiempo para la urgencia. Pero el hombre gris de estas novelas es prudente, paciente, inteligente y poco amigo de lo urgente. Sabe que el éxito no se juega en las prisas sino en el trabajo bien hecho. Por eso Le Carré nos dice en "Asesinato de calidad": "lo urgente es sinónimo de efímero y lo efímero jamás es importante". Importancia es la clave de la misión del espía para la que cuenta con tiempo y medios y con una sola ley moral, como apunta en "El espía que surgió del frío": el trabajo de espionaje se justifica por el resultado.

   Los hombres de las novelas de espías son individuos que sienten el miedo, que huelen la traición, que yacen bajo una piedra sin inscripción, que saben que pertenecen a un mundo demasiado real. El cine, en cambio, nos ha querido transmitir la imagen de un espía distinto. El caso Bourne, 007, Misión Imposible,... nos muestran una cara del espionaje que raya la ciencia ficción; superhéroes y villanos en una sociedad expuesta a peligros globales cuyas peripecias son demasiado artificiosas como para contener un ápice de realidad.

   Admito que en mi adolescencia me atraparon las páginas de Robert Ludlum, Frederik Forsyth, Tom Clancy, Ken Follett y John Le Carré. Unos años después también descubrí a Graham Greene, otro maestro del género. Estos escritores nos descubrían mundos que pudieron existir en la realidad, un universo en blanco y negro, unas ciudades brumosas, que acabo relacionando con una de las películas que más me han gustado de los últimos años: "El puente de los espías", que nos acerca mucho más a los entresijos de las agencias de espionaje y a las cloacas del estado en un mundo en que la Guerra Fría marcaba el devenir de los acontecimientos. Con la caída del muro de Berlín comienza a transformarse el mundo. Llega el color a la gris estela dejada por los soviéticos en una Europa que parecían aún inmersa en el sueño de la posguerra; toda Europa se tinta con los colores venidos de Occidente y en las mesas de los consejos de ministros rusos se dejaba ver la Coca Cola como signo de victoria contra la dictadura proletaria. Creo que hasta que no cayó el muro en 1989 no terminó realmente la posguerra.


   John Le Carré nos describe tipos extraordinariamente humanos. En "El Peregrino secreto" podemos leer: "se le formaba sudor en el labio superior. Su alemán era fluido pero inconfundiblemente balcánico. Había hecho el viaje en tren, dijo: Budapest, Györ, Viena... Sus superiores le habían dado un pollo frío y una botella, de vino para el viaje... Al llegar a Viena a se había alojado en el hotel Altes Kaiserreich, cerca de la estación, donde tenía reservada habitación". Este tipo podría ser un ciudadano cualquiera, un profesor universitario de Oxford, un trabajador de una fábrica de Varsovia o un funcionario de la apacible ciudad de Bonn. John Le Carré nos introduce en un mundo de espías en el que uno podía jugarse el tipo de la forma más vil y peregrina. Generalmente, nadie transportaba un maletín con uranio ni tenía en sus manos el detonador que haría saltar por los aires medio mundo. Los héroes silenciosos de la Guerra Fría eran personas demasiado normales como lo fueron los autores de los que surgió la historia, cuya experiencia les sirvió de inspiración. John Le Carré había pertenecido al cuerpo diplomático entre 1960 y 1964. En ese periodo pudo haber aprendido algo de los entresijos de la política internacional y de los cauces legales y no tan legales para conseguir objetivos e incluso información del enemigo. Su novela "El espía que surgió del frío" esta considerada una de las mejores obras de espionaje de todos los tiempos, cuya acción transcurre entre Inglaterra y Alemania. Otros autores como Frederick Forsyth probaron suerte con "Chacal", "Los perros de la guerra" y "Odessa". También su experiencia le sirvió para introducirse con cierto realismo en este mundo de las novelas de espionaje. Fue piloto de la RAF y corresponsal diplomático de la BBC. Cubrió el conflicto de Biafra y Nigeria en 1967 y conoció muchos detalles de la política entre bambalinas ya que espió para el MI6 en el continente africano. Fue muy célebre su obra "Odessa" que recrea la peripecia de un reportero de Hamburgo intentando desenmascarar una red de exnazis. Sin duda, su experiencia en el campo de la inteligencia le sirvió para trazar estas tramas tan célebres por las que se le conoce.

   Otro de los colaboradores para el MI6 fue Graham Greene, especialmente en Latinoamérica y África. No olvidemos que estos territorios también fueron muy decisivos en el pulso entre los capitalistas y los soviéticos en la Guerra Fría. Ya coincidió en Sierra Leona durante la II Guerra Mundial con Kim Philby, un marxista convencido, que resultó ser agente soviético perteneciente al grupo "Los cinco de Cambridge" cuyo cometido fue pasar información a la Unión Soviética, y más concretamente a las agencias NKVD y KGB. Graham Greene conoció a este agente doble que trabajó para el gobierno británico y el ruso, y que profesionalizó el oficio de espía en el que uno podía venderse al mejor postor. Esa relación con África fue perpetuada por Greene al menos hasta finales de los años 60. Fue entonces cuando comenzó a colaborar, en 1957, con los golpistas revolucionarios que buscaron el fin del Fulgencio Batista en Cuba, transportando ropa para los rebeldes y realizando labores de información.

   La Guerra Fría, sin duda, sirvió de escenario perfecto para estos hombres de las sombras que podían venderse "por un puñado de dólares" y que les tocó vivir en un mundo en el que la información no estaba tanto en manos de sofisticadas redes informáticas sino en la voluntad de unos hombres dispuestos a matar y a jugarse el tipo por un ideal o simplemente por hacer fortuna en un mundo que no perdonaba el más mínimo error.


   Os animo a adentraros en este universo literario que ha quedado relegado a un plano invisible por otros subgéneros en los últimos tiempos, quizá porque nos recuerda que el espía era un tipo demasiado humano.

https://www.revistagq.com/noticias/articulo/mejores-novelas-de-espias-de-la-historia

https://www.actualidadliteratura.com/diez-de-las-mejores-de-novelas-de-espias-de-todos-los-tiempos/




Lecturas que marcan diferencias

Juan A. Flores Romero

   Este verano me he propuesto adentrarme en algunas lecturas que bucean en el mundo de los diferentes o de la diferencia, aunque prefiero hablar del primer concepto por el hecho de que el segundo solo es una abstracción que se aplica a los primeros. Comencé las jornadas estivales con la lectura de "El extraño caso de Barnaby Brockett", un chico de Sidney cuya peculiaridad consiste en que no responde a la teoría de la gravedad, por lo que desde el momento de su nacimiento no hace que otra cosa que flotar, elevándose sobre todas las cosas, por eso tiene que ir con un peso extraordinario adherido a su cuerpo. Debido a la fatalidad, o a una suerte increíble, un día se desprendió de estos pesos y comenzó a elevarse, a elevarse, a elevarse,... hasta llegar a un globo en la que dos señoras se disponían a dar una vuelta al mundo. Allí comprendió que su rareza no era algo propiamente de su patrimonio pues aquellas señoras habían experimentado qué es ser raro para los demás (dicen que hasta la naturaleza sigue esos patrones y los mismos animales toman por raros a aquellos que se apartan de lo convencional ). Por eso, aquellas señoras que volaban en globo decidieron un día vivir en un cafetal en medio de Brasil hacia donde se dirigieron con Barnaby. Allí, el niño raro de Sidney conoció las historias de personas que estas adorables mujeres habían ayudado a rehacer sus vidas. Por otro golpe del azar, Barnaby salió de Brasil y siguió surcando el mundo coincidiendo con personas maravillosas y con otras que buscaban aprovecharse de él de la forma más vil... porque... ¿qué es la vida sino una fabulosa o desgraciada coincidencia?

   Con tanto vaivén, terminó saliendo al espacio exterior debido a una naturaleza que hubiese desesperado al mismísimo Newton, y pudo salvar la vida a un astronauta japonés a quien confundió con un extraterrestre. Ya de regreso a Sidney, su familia, que un día decidió internarlo en un centro especial, y a la que le costaba entender que le había tocado la maravillosa experiencia de tener un niño anormal, no preció alegrarse especialmente de verlo. ¿Tal vez Barnaby había decidido ser un niño normal o someterse a algún tratamiento que no le hiciese ser la vergüenza de la familia?

   Con la expectación que había creado, Barnaby fue llevado a un hospital para que analizasen la posibilidad de corregir aquella anomalía gravitatoria. Parece ser que el origen era un problema en el oído. ¡Por Dios, todas las rarezas tienen un origen ridículo y se pueden curar, según los seres normales! Su familia parecía empeñada enderezar la situación para que Barnaby pudiera llegar a ser un chico normal; sin embargo, él decide que siempre ha luchado por aceptarse así y que no va a someterse a esa absurda operación por lo que, ante la negativa de sus familiares, decide escaparse una noche con su perro -el único ser que se alegró de su regreso a casa- para seguir flotando por el cielo de Sidney en busca de nuevas aventuras. Quizá hay que entender que nadie está obligado a comprender al diferente, pero sí a no interponerse en su camino.

   En definitiva, un texto en apariencia infantil pero que profundiza en la cuestión de las diferencias y las capacidades distintas. Muy aconsejable para chicos adolescentes y para cualquier persona amante de una lectura amena y poco sometida a las rígidas normas de la gravedad que, a veces, impone la propia literatura. Un buen libro de John Boyne, el conocido autor de "El niño con el pijama de rayas". Sin duda, siempre ocupará un lugar en mi biblioteca.

   Otro de los títulos que he tenido entre manos es una obra que ya leí hace unos años y que casualmente me enteré que va a ser llevada al teatro. Su estreno será en septiembre, en el teatro Marquina de Madrid, ofreciéndose funciones hasta el 30 de noviembre. Aprovechando este título tan atractivo con el juego que ofrece el teatro, seguro que logramos una combinación perfecta. "El curioso incidente del perro a media noche", de Mark Haddon, es la peripecia de un niño especial con síndrome de Asperger, que intenta descifrar el enigma de un perro asesinado al comienzo de la obra. Siguiendo el sendero de "El perro de los Baskerville" y de su protagonista, Sherlock Holmes, logra crear un juego de pistas y deducciones que pretende desentrañar tan oscuro misterio. En este texto caben desde las matemáticas, la lógica, la física,... todo aderezado con una historia de fondo que nos pone en el papel de la difícil situación que viven estos niños en sus propias familias: aceptación, manías, tendencia a la agresividad, pensamiento divergente,... Sin duda, una novela muy amena y recomendable para poner sobre el césped de la piscina en este caluroso verano o para llevársela consigo a cualquier sitio durante este mes de septiembre. No puedo adelantaros más. Me encantó.



1984 de Orwell. 70 años de distopía.

   Juan A. Flores Romero

   El acontecimiento literario que marcó un hito en el panorama distópico del siglo XX fue 1984, de George Orwell, escrito el mismo año en que Simone de Beauvoir -en "El segundo sexo"- se desenvolvía diseccionando la naturaleza y devenir de la mujer a lo largo de la historia a través de los roles que la sociedad misma le fue asignando.

   La obra de Orwell ha experimentado un resurgir del fenómeno de la distopía. Puede decirse que el género ha abandonado las catacumbas de la marginalidad, ha dejado de ser una literatura para frikis, y se ha reivindicado con una manera de entender el mundo, siendo conscientes de que la realidad esconde muchas aristas que no controlamos pero que quizá otros sí lo hacen para intentar obtener un beneficio propio.

   El alumno que copia en un examen es posible que sea ajeno a la realidad de que el profesor intuye su "actitud evidentemente fraudulenta" y de que es muy probable que espere el momento, o el día en que, a fuerza de observarlo, se abalance sobre él para arrebatarle su preciada fuente de éxitos: la chuleta. O quizá se vuelva tan compasivo que piense que tan solo es un crío que no merece ser devorado tan pronto por un depredador del ecosistema educativo en el que se desenvuelve y que la vida misma se encargará de ponerle en su sitio si persiste su actitud sistemática de violar las normas establecidas. Por cierto, son pocos los que logran la excelencia a base de copiar en un examen; sin embargo, el observador consciente de la realidad goza por un instante de un poder que le hace ser consciente de que una decisión suya en uno u otro sentido puede determinar el futuro, al menos inmediato, de esa persona a la que vigila.

   Salvando el prefacio de esta escena escolar, "1984" nos introduce en una sociedad organizada, dirigida y vigilada en la que sus súbditos han sido "reeducados" para tachar de asocial aquel que se aparte de lo que marca el poder y para ir consolidando un potente sentimiento de pertenencia a la tribu bajo el mando de un "ser supremo omnipotente" que puede controlarte como aquel profesor observador que se sabe con el derecho de ponerte en evidencia ante una sociedad deseosa de sangre circense.

   La mayor de las dictaduras es aquella que presenta a un hombre absorbido por el sistema, identificado con sus errores, con sus malas artes, consagrado a la idea de que es el poder quien decide tu destino. Es así como se forjaron las sociedades totalitarias, no por el poder omnímodo de unos pocos, sino por la connivencia y la indiferencia de muchos. Siempre creí que cualquier sistema de control se va conformando convenciendo a gente de que tiene algo que perder si no hace las cosas como es debido o como decide el poder. El que no tiene nada que perder no es útil, está fuera del sistema, es un marginado y no luchará por mantener su pequeña cuota de poder que se hace ser un instrumento útil para el que quiere organizar esa sociedad. Por eso surgen las redes de colaboracionistas, de espías, de confidentes. No es quizá por una conciencia maliciosa sino por el miedo que otorga el hecho de tener algo que perder.

   George Orwell nos advierte de esas sociedades y macroestructuras que se basan en este modo de control, poniéndonos como ejemplo una sociedad totalmente controlada por cámaras y cuyo líder supremo -el Gran Hermano- no tiene otro interés que seguir manteniendo este modelo en beneficio propio. En el mundo no hay control sin colaboración; en todos los momentos en que la Humanidad se ha visto sometida, ha habido una fuerte dosis de colaboracionismo entre aquellos que se resisten a ser el lastre que va a ser arrojado para que el barco no se hunda.

   "1984" nos ofrece unas claves del mecanismo de control con el que soñó George Orwell en el año 1949, apenas salidos del conflicto más desolador que conoció la Humanidad: micrófonos que espían sus ciudadanos, la telepantalla (con el fin de retransmitir mensajes institucionales y que es capaz de detectar y de grabar sonidos tal y como hace hoy Alexa o Google Home), herramientas que permiten hoy controlar conversaciones a un ciudadano que se ha convertido en un consumidor controlado por el propio sistema.

   Orwell nos hace referencia en su obra a un invento que convierte cualquier comentario de una persona en un texto. Es el "hablaescribe" y que nos recuerda a algunas aplicaciones como Whatssapp tan utilizado por miles de millones de usuarios en todo el planeta. Graba tus mensajes, no te esfuerces en escribir. Cualquier palabra emitida por tus labios podrá ser utilizada en tu contra. La sociedad misma te juzgará antes de que lo hagan los propios jueces.

   Esto nos muestra que 70 años después de que esta distopía viera la luz, han pasado muchas cosas. No olvidemos que cualquier instrumento que hoy maneja la población civil ya fue probado durante décadas por militares y servicios secretos de muchos países desarrollados. Es posible que en algún lugar de esa gran nube de datos que nos envuelve puedan dormitar las conversaciones familiares de una noche de sábado en nuestras casas mientras hacemos comentarios banales sobre conocidos, hablamos abiertamente sobre proyectos de futuro que puedan afectar a terceras personas o mostramos nuestra intención de voto en unas elecciones inminentes. Una información que, en principio, no tiene una finalidad concreta pero que forman parte del ADN reputacional de esa persona.

   Las distopías más descabelladas del siglo XX nos han llevado a realidades que estamos viviendo hoy y que forman parte de una sociedad más desarrollada tecnológicamente pero que va despojando al ser humano de los pocos reductos de privacidad que aún le quedan... en un mundo demasiado controlado por un Gran Hermano al que nadie conoce pero que pocos dudan ya de su existencia. 1984 nos ha traído a esa sociedad que soñó Orwell o, al menos, nos recuerda que la libertad es un bien tan frágil que puede verse afectada por un sistema que lo que busca, en definitiva, es el control de sus súbditos por medio de la normalización de algunas conductas que en absoluto lo son. ¡Dame tecnología y controlaré la voluntad de los demás! ¡Dame información y podré ser el más esclavo de los hombres! ¡Ofréceme la libertad y podré formar parte de una sociedad totalitaria e injusta! La estrategia más eficaz para someter a un hombre es hacerle creer que es dueño de su propia vida y de su propio destino.


MARTES CON MI VIEJO PROFESOR

   Juan A. Flores Romero


   Hace un par de días terminé de releer este testimonio recogido en un libro de Mitch Albom en el que un profesor dedicado a la enseñanza durante décadas se retira aquejado de ELA, esta terrible enfermedad degenerativa que termina por colapsar todo el tejido muscular y neurológico llevando al paciente a situaciones muy complicadas que, en la mayor parte de los casos, desemboca en la muerte. En medio de la tragedia que supone tomar conciencia del poco tiempo que nos queda, este profesor habla con naturalidad de los aspectos más importantes de la vida.

   Es en situaciones complicadas en las que una persona saca lo mejor de sí misma para darse cuenta de lo realmente importante. En ocasiones, vivimos ahogados en nuestras propias miserias, egoísmos e intereses. Si la vida no sale como deseamos, nos desesperamos e incluso maldecimos nuestra vida y la de aquellos que han provocado la situación por la que nos lamentamos. Consideramos un día algo insulso y vivimos pensando en las metas (vacaciones, viajes, celebraciones) perdiéndonos la grandeza que nos ofrece cada momento de nuestra existencia. Morrie Schwartz, este profesor aquejado de ELA, expone con serenidad aquellos aspectos de la vida que merecen nuestra atención, que forman parte del camino, descubriéndonos la sencilla armonía de la vida si nos libramos de incómodos ropajes de nuestros egoístas intereses.


   A continuación, he recogido algunas reflexiones dignas de consideración:

- "Si quieres que los demás lleguen a confiar en ti, también tú debes sentir que puedes confiar en ellos, aunque estés a oscuras, aunque te estés cayendo".

   Ciertamente es difícil confiar en los demás porque, como dice la palabra, es un acto de fe en sí misma. Pensamos que podemos ser traicionados en cada momento por nuestros amigos, nuestra pareja, nuestros hijos, por nosotros mismos.

- Parafraseando a Henry Adams, "un maestro afecta a la eternidad; nunca sabe dónde termina su influencia".

   Todos hemos tenido buenos maestros. No han sido aquellos que nos han dictado más problemas o nos han deleitado con sus saberes en las distintas materias. En mi caso, han sido aquellos capaces de hacerse pequeños, llegando a transmitir esa confianza tan necesaria para progresar como persona en la vida.

- "La verdad es que una parte de mí tiene todas las edades (...). He pasado por todas estas edades y sé cómo son. Me encanta ser un niño cuando es adecuado ser un niño. Me encanta ser un viejo sabio cuando es adecuado ser un viejo sabio".

   Somos la suma de nuestras distintas edades que han quedado registradas como en un disco duro de ordenador. Tenemos que sacar cada uno de nuestros rostros en el momento adecuado, cuando los demás necesitan de ese rostro. La resiliencia, la empatía y la adaptación son requisitos de todo buen maestro.

- "En este país hay una gran confusión entre lo que queremos y lo que necesitamos. Necesitas comida; quieres un helado de chocolate".

   Hemos creado muchas falsas necesidades. Si nos quitamos todos los ropajes innecesarios, nos quedaremos con lo que en realidad importa. La mayoría de lo que poseemos son accesorios que nos alejan de la verdadera felicidad, de la comunión entre nosotros mismos y de las personas con las que nos relacionamos.

- "Lo que me hace sentirme vivo es dar a los demás (...). Cuando doy mi tiempo, cuando puedo hacer sonreír a alguien que se sentía triste, me siento todo lo sano que puedo sentirme".

   La vida está compuesta de pequeños detalles, de momentos que podemos vivir con intensidad, considerando que la felicidad de los demás forma parte de la nuestra.

- "Las personas solo son malas cuando se ven amenazadas (...). Y cuando uno se siente amenazado, empieza a preocuparse únicamente de sí mismo".

   Siempre he pensado que una guerra o cualquier conflicto pueden sacar lo peor de nosotros mismos. El miedo nos hace ser peores personas, infunde egoísmo, y saca un falso instinto de protección que no se entiende sin la complicidad de los demás.

- "El defecto mayor que tenemos os seres humanos es que somos cortos de vista. No vemos lo que podríamos ser".

   El conformismo y la zona de confort es lo que nos mata. Nos cuesta salir de nosotros mismos, de nuestras rutinas, para intentar proyectos nuevos, para entender que la vida, para ser interesante, no puede perder un ingrediente fundamental: el espíritu de aventura.

- "Invierte en las personas (...). Necesitamos de los demás para sobrevivir".

    El mejor legado que podemos dejar es haber servido a los demás, haber vivido rodeado de personas con las que compartir un trozo de lo que somos.

- "Antes de morir, perdónate a ti mismo".

   Es fundamental hacer examen de conciencia, pensar en que no siempre hemos actuado correctamente. Es relativamente fácil que alguien con espíritu bondadoso llegue a perdonarte. Lo más complicado es perdonarse a uno mismo. No hay lucha más encarnizada que la que, en ocasiones, tenemos con nuestra propia conciencia.



El Principito no es para niños

Juan A. Flores Romero

   Con el título de este artículo alguien podría pensar que me he vuelto loco. Un libro pequeño, con ilustraciones infantiles, con un lenguaje sencillo, con un precio asequible... Todo nos hace pensar que debería estar en la sección infantil porque la literatura seria hoy la hacen autores como Posteguillo, Pérez-Reverte o Noah Harari (por cierto, su último libro publicado me perece pretencioso y mediocre).

   De hecho, he visto a poca gente que haya exhibido este "cuentecillo" en buses o metros o que se lo haya llevado a la piscina pública en una quedada de amigos. Tal vez es un libro que está concebido para leerlo en la soledad de tu habitación, en ese momento en que no esperas a nadie o cuando en tu mente surgen decenas de libros que deberías leer pero que, de antemano, intuyes que no te van a aportar nada nuevo. Perseguimos el bestseller - tal vez este libro lo sea- pero no del estilo de aquellos a los que me refiero.

   El Principito es tan misterioso como las circunstancias que envolvieron la muerte de su autor en ese vuelo hacia otro lugar, quizá hacia alguna dimensión que nuestro cerebro materialista no logra adivinar. Hace pocos meses, aseguraron haber hallado el fuselaje del avión de Saint-Exupèry en el fondo del mar, pero ni rastro del piloto. Es posible que maquinara su propia desaparición y formar parte de esa historia que él mismo ideó y que tiene como protagonista a un joven príncipe que va de planeta en planeta en busca de un poco de cordura. Es posible que esta metáfora de la vida sea un viaje a nuestro interior, un periplo que nos lleva a reconocernos a nosotros mismos en medio de un mundo ruidoso, interesado, estresado y que camina por derroteros muy distintos al cándido pensamiento del protagonista de este cuento (que, insisto, no es para niños).

   Alguien alguna vez abrió ese pequeño cofre literario por una de sus páginas y leyó "fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante". Y es verdad, a poco que nos paremos a pensar, es el tiempo invertido en lo que amamos lo que lo hace tan especial; las personas a las que admiramos, las aficiones, las amistades que cultivamos, los hijos necesitados de atención... van construyendo nuestro universo y aquello que somos y que un día dejaremos de ser. "Si tu vienes a las cuatro de la tarde, desde la tres comenzaré a ser feliz" es todo un canto a la esperanza, al tiempo que dedicamos a pensar en aquello que nos hace felices, aunque la llegada de esa felicidad sea un momento fugaz (un evento, unos días sin las personas con las que ansiamos hablar o tomarnos un café, un viaje que preparamos a conciencia aunque, a veces, intuyamos que jamás haremos,...). Todo ello conforma ese universo que el niño conoce perfectamente pero que el adulto olvida a menudo porque fijó sus objetivos en intentar "tener" en lugar de "ser". El niño habla siempre de lo que quiere ser de mayor; nosotros ya le hemos inculcado de que si es inteligente deberá aspirar a tener. Nos esforzamos en destruir sus ilusiones, en recordarles lo que no pueden ser, en trasladarles nuestro pensamiento racional que les ciega la imaginación. Un niño, por ejemplo, puede imaginar un viaje a Persia sin plantearse que quizá sus medios no se lo van a permitir. Eso no le impide soñar; y quizá no soñar es lo que nos mata y nos paraliza. El adulto se define como sensato y apegado a lo que puede conseguir aún a costa de otros. Quizá olvidamos que madurar es aprender de los senderos que transitamos pero no por ello hay que perder la ilusión en lo que somos y en lo que hacemos. Por eso, El Principito no es para niños, ellos ya saben más de lo que el libro les pretende enseñar. Tal vez Saint-Exupèry pensó en los adultos cegados por sus mezquinos intereses o sus aires de autocomplacencia.

   Los niños siempre nos dan lecciones de vida. En las páginas de esta obra se nos recuerda que "eres responsable de lo que has domesticado"; así que ojo con cegar las ilusiones de los más pequeños. Hoy, tras un pequeño torneo deportivo, oí en un grupo de niños de 8 a 10 años, en torno a un refresco y unas chuches, que querían ser millonarios, dueños de tres o cuatro mansiones en Estados Unidos; que un barrendero no es nada comparado con un rico, pero que es mejor trabajar en la basura que no ser nada,... Es preocupante cómo los adultos inoculamos el virus de la imbecilidad en nuestros vástagos y luego presumimos de que ya son unos hombrecitos. El Principito nos muestra otro camino, tal vez por eso no se entiende; las verdades más obvias suelen estar delante de nuestras narices y no las queremos ver. Por tanto, "sé responsable de lo que estás domesticando" no sea que termine pareciéndose a ti.

   Si crees que esta obra es solo un cuento, recuerda que la puedes donar a alguien que la aprecie. No te preocupes porque lo lean tus hijos; no lo necesitan. Tal vez quien lo necesita eres tú. Pero recuerda que "solo hay que pedir a cada uno lo que cada uno puede dar". Insiste en educar a tus hijos en la falacia de que todos somos iguales y conseguiremos una sociedad estandarizada. Tal vez, si lees El Principito descubrirás que cada ser del universo es único e irrepetible y solo entonces encontrarás la grandeza en cada una de las personas que te vas a encontrar en tu camino. Y recuerda siempre, esta obra no es para niños, tal vez es para ti mismo. Eso es lo que seguro pensó aquel piloto de guerra en medio de un desierto que, cegado por el calor y la fina arena, visualizó una nueva forma de estar en el mundo.

20 ilustradoras que no puedes dejar de conocer

Fuente: Gràffica

Carla Fuentes pertenece a la nueva hornada de jóvenes ilustradoras que está pegando fuerte en el panorama español. Bajo el alias LittleIsDrawing marcas como Nike, Honda, Coca­Cola o Seagrams han querido contar con la firma de esta ilustradora de trazo espontáneo e inmediato. La moda y especialmente la música son campos en los que Carla se mueve como pez en el agua y en los que trabaja habitualmente.

Ana Juan:

Ana Juan (1961, Valencia) es una de las ilustradoras españolas más reconocidas fuera de nuestras fronteras. Fue Premio Nacional de Ilustración en 2010 y ha recibido diversos galardones y reconocimientos internacionales como la Medalla de Oro en la categoría de ilustración de la Society of Newspaper Design.

Paula Troxler (1981) es una ilustradora y diseñadora gráfica de Willisau (Suiza). Estudió Comunicación Visual especializándose en ilustración en la University of Applied Sciencies for Art and Design. En 2006 empezó a trabajar como ilustradora freelance en su propio estudio en Berlin. En 2008 se trasladó a Zürich donde ahora vive y trabaja.

Malota es Mar Hernández y viceversa. Hace ya años que descubrió que el dibujo no era un simple hobby, sino su pasión. Apostó por ello y emprendió rumbo profesional en ese camino. Su libro Hacia Ningún Lugar - Una Colección de Silencios, editado por Símientes Editores ha obtenido tres Premios Anuaria. Gracias a su perseverancia, a todas las horas que ha pasado dibujando y divirtiéndose, a su inquietud y deseo por hacer mejor las cosas cada día, Malota hoy cuenta con clientes en todo el mundo como las agencias McCann Erickson Istambul, Satchi y Satchi o SCPF para las que desarrolla trabajos en ilustración, audiovisual, publicidad, packaging y publicidad.

Ana Pez ha obtenido una mención especial en la categoría Opera Prima de los prestigiosos BolognaRagazzi Award, en la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil de Bolonia, por Mon Petit Frère Invisible (Mi pequeño hermano invisible), publicado en Francia por la editorial L'Agrume.

Eva Vázquez:

Eva Vázquez desde siempre ha sentido una atracción por el dibujo. Estudió Arquitectura y Animación, caminos que inicialmente parecían distintos, pero que al final se unieron para guiarle hacia todo un «mundo maravilloso» que abarcaba la realización de backgrounds para series y películas de animación. La ventaja de su trabajo era que podía dibujar toda la arquitectura que pudiera imaginar, desde lo más real a lo más fantástico. Y así comenzó su andadura en la ilustración editorial. Es fácil encontrar los trabajos de Eva Vázquez entre las páginas de la prensa nacional e internacional y en colecciones de libros para adultos e infantiles.

Luci Gutiérrez:

Para la ilustradora Luci Guitiérrez el inglés siempre ha sido «como una piedra en el zapato», el aprendizaje de la lengua de Shakespeare le cuesta horrores, lo mismo que a muchos españoles. Su arma para no olvidar las lecciones más básicas del idioma ha sido el dibujo. Así es como nace English is not easy, una guía de consulta con ilustraciones y dibujos que hacen más digeribles las lecciones de inglés.

Paula Bonet:

Paula Bonet es licenciada en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia, completa su formación en la NYU de Nueva York, en la UPC de Santiago de Chile y en Dédalo Arte, Italia. Hasta hace relativamente poco, su estilo era el óleo, un trabajo pictórico que combinaba con técnicas de grabado. Trabajó la xilografía, la litografía y la serigrafía en el Taller 99 de Santiago de Chile, así como en Urbino, Italia. Pero su carácter impulsivo y las esperas y paciencia a las que obligan estas técnicas debido a los tiempos de secado, unido a la dificultad de integrar con las imágenes fragmentos de texto que según su criterio era necesario que convivieran con la propia imagen, hicieron que cambiara los óleos, el cobre, la madera y las gubias por el bolígrafo, las acuarelas y la tinta china.

María Capdevila:

Marina Capdevila es una ilustradora freelance afincada en Barcelona que no duda en emplear el humor y la ironía. se confiesa amante de la exageración de las situaciones de la vida cotidiana. Busca la ironía para llevarlas al punto más extremo.

Kristen Martincic es una artista estadounidense que, a través de su obra, muestra su extravagante fascinación por las piscinas y por todo aquello que gira en torno a ellas.

Maori Sakai:

Dicen que en la vida todo depende del cristal con que se mire. En el caso de la ilustradora japonesa Maori Sakai, su filtro está impregnado de notas de felicidad. Contemplar sus ilustraciones provoca una sonrisa fácil, amable, con la que es más fácil comenzar el día.

Giulia Sagramola:

Giulia Sagramola (Fabriano, Italia, 1985) ilustra, dibuja cómics, trabaja la animación y el diseño gráfico, práctica la serigrafía... Crea infinidad de bellos objetos hechos a mano, como almohadas monstruo, monederos, bolsas y camisetas con sus personajes. Estudió Comunicación Visual en el ISIA de Urbino (Italia), entre 2004 y 2009, completando su formación con una beca Erasmus de Ilustración en l'Escola Massana (Barcelona).

Elena Odriozola (San Sebastián, 1967) estudió arte y decoración. En 1997 empezó a trabajar como ilustradora y desde entonces ha ilustrado más de 100 libros publicados en España, Francia, Reino Unido, México y Taiwán en euskera, español, gallego, catalán, inglés, francés, portugués, chino, japonés, coreano, alemán, italiano, brasileño, holandés, polaco y turco.

Anuska Allepuz:

Anuska Allepuz es una ilustradora española afincada en Londres. Actualmente estudia en el Cambridge School or Art la especialidad de Ilustración de cuentos infantiles, mientras lo compagina con su carrera profesional como ilustradora freelance, bajo la representación de la agencia Pencil Ilustradores. He recibido varios galardones por su trabajo entre ellos el Highly commended in the Macmillan (UK) Prize for Children's Illustration. Además fue seleccionada para la exhibición colectiva Spotlight on reading de la Feria del Libro de Bolonia.

Laura Castelló es licenciada en Bellas Artes, su especialidad es la ilustración, ha publicado con Ultrarradio Ediciones, colaborado en diferentes revistas y expuesto en ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia. Actualmente prepara su primer libro The Bubble Tree de la mano de Josie Moon. Comenzó su carrera dibujando para Inditex y pronto decidió emprender otro camino para dedicarse a su trabajo de manera independiente. Tiene especial predilección por el dibujo a lápiz aunque cada vez más experimenta con pinceles.

María Herreros:

Cualquiera que vea las ilustraciones de Maria Herreros jamás podría pensar que de pequeña le fascinaran los cuentos de Sissi. El trazo de Maria es duro, nervioso y sincero, y aunque su paleta cromática suaviza el trabajo, el resultado es todo menos almibarado. Seleccionada por Taschen entre los 150 mejores ilustradores actuales en su volumen Illustration Now!, Maria Herreros hoy nos habla de sus recuerdos de la infancia, de sus referentes y, sobre todo, de cómic e ilustración.

Helena Pallarés estudió Bellas Artes y Diseño Gráfico entre Zaragoza, Barcelona, Cuenca y Praga y desde hace más de 8 años trabaja como ilustradorafreelance. Comenzó su trayectoria profesional ilustrando libros de contenido educativo, diseñando escenografías para obras de teatro y colaborando con entidades de carácter público. Sin embargo, a partir del año 2011 empezó a desarrollar su estilo personal a través del collage, creando un lenguaje que habla por sí mismo de realidades oníricas imposibles.

Lotta Nieminen es una ilustradora, diseñadora gráfica y directora de arte de Helsinki que desde hace algún tiempo dirige su propio estudio en Nueva York.

Mathilde Aubier estudió Artes Aplicadas y Multimedia en París. Trabajó en diversas agencias de publicidad parisinas, lo que le permitió descubrir la línea de trabajo por la que realmente quería seguir. Finalmente estableció su estudio en 2008 y empezó a desarrollar su propio estilo.

Nuria Riaza es una ilustradora y artista visual almanseña nacida en 1990. Su especialidad son los dibujos que describen mundos oníricos y surrealistas a base de tinta de bolígrafo Bic.



Las distopías

        Juan A. Flores Romero

Seguro que a más de uno le suena aquel célebre libro de Tomás Moro, Utopía, en el que se hacía referencia a una sociedad feliz en la que reinaría la ética, la concordia y el bienestar entre todos sus habitantes por medio de la propiedad colectiva y una concepción del trabajo bastante más laxa que la que tenemos en la actualidad. Habría que añadir que el escritor perdió literalmente la cabeza al ser ejecutado por el rey Enrique VIII por oponerse a la ruptura con Roma y al surgimiento de la Iglesia Anglicana. Necesito aclarar que este rey no ganó precisamente fama de santo varón.

Pues bien, volviendo al tema, parece ser que la distopía o cacotopía es un término creado por oposición a utopía. En este sentido, se trataría de la idealización de una sociedad ficticia marcada por el devenir de hechos moralmente negativos; es decir, un mundo en el que, a pesar del desarrollo científico y tecnológico, los valores brillan por su ausencia; tal vez porque la creencia en el progreso más absoluto pasaba por la destrucción de dichos valores. Sobre esto ya hay mucha literatura, pues fueron muchos los eruditos que, desde el siglo XIX, pensaron en el freno que los valores humanos suponían para el pleno desarrollo de nuestras sociedades. La distopía fue empleada por John Stuart Mill en una alocución en el parlamento británico en el año 1868, aunque se ha seguido utilizando para designar a ese subgénero narrativo que nos anticipa un mundo perdido, carente de valores, al que la humanidad se siente abocada. Podemos citar varias obras en esta línea, Un mundo feliz, de Aldous Huxley; 1984, de George Orwell; y Fahrenheit 451, de Ray Bradbury. En todas ellas, se nos alerta de un mundo en el que los adelantos tecnológicos han dominado el mundo, dejando de lado otras disciplinas humanísticas como el arte, la literatura o el mundo de las creencias; así sucede en la obra de Huxley. O bien, presenciamos cómo toda una sociedad es vigilada por un Gran Hermano, como sucede en la obra de Orwell, un "ente" que decide en todo momento y que domina las conciencias de una gran masa acrítica incapaz de rebelarse y dispuesta a seguir permitiendo la existencia de ese sistema totalitario.

Con Ray Bradbury, autor literario y guionista de cine, un hombre básicamente autodidacta debido a sus escasos medios para poder cursar estudios universitarios, presenciamos cómo los libros han acabado siendo los enemigos de la sociedad. La lectura nos hace cultos, críticos, formados, exigentes con nosotros mismos y con nuestro entorno. Es por ello que en la obra anteriormente citada de este autor, se plantea un modelo sociopolítico basado en la eliminación de todos los libros impresos ya que suponen un peligro para la continuidad de esa sociedad. El medio para ello en una especie de brigada de bomberos "incendiarios".

Los 451 grados fahrenheit expresan la temperatura a la que arde el papel. Es toda una declaración de intenciones. El autor de esta obra, crea el personaje de Montag, uno de esos bomberos incendiarios, que decide no continuar con esa destrucción masiva de cultura, uniéndose a la resistencia, un grupo formado por personas que se dedican a memorizar libros para así preservar ese legado cultural a generaciones futuras. Subyace, por tanto, un soplo de esperanza en que el mundo recuperaría la cordura. Teniendo en cuenta que está escrita en 1953, es todo un retrato de una época: el totalitarismo socialista soviético y la política de "caza de brujas" de la era Mc Carthy. Aun así, tuvo una excelente aceptación en Estados Unidos, no así en los países de la órbita soviética que contaban con un potente aparato censor.

Alguien dijo que donde se comienza quemando libros, se termina quemando personas. Creo que esto ya lo pudimos comprobar en algunos momentos de la historia.

La distopía es, en definitiva, un subgénero apasionante. Os animo a leer alguna obra.



Con el título de este artículo alguien podría pensar que me he vuelto loco. Un libro pequeño, con ilustraciones infantiles, con un lenguaje sencillo, con un precio asequible... Todo nos hace pensar que debería estar en la sección infantil porque la literatura seria hoy la hacen autores como Posteguillo, Pérez-Reverte o Noah Harari (por cierto, su...

Hace 10 años, Yuval Noah Harari era un desconocido profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Nada en su carrera académica -especializada en historia mundial, medieval y militar- hacía pensar que se convertiría en uno de los pensadores de moda. Lleva vendidos cerca de 15 millones de ejemplares de sus ensayos en todo el mundo, se pasea por los...

Algunos de vosotros conocéis mi interés por el conflicto de Oriente Medio, una de las claves para entender hoy en día la deriva internacional. Buscando entre los autores que han tratado este tema ha llegado a mis manos este verano una obra que os recomiendo. Su título es "La ocupación", de Ahron Bregman. De todo lo que he leído sobre...

En 1945 Europa se encontraba en sus momentos más bajos. Gran parte del continente estaba devastado por la guerra, los asesinatos en masa, los bombardeos y el caos. Amplias zonas de Europa del Este empezaban a caer bajo control soviético para cambiar un despotismo por otro. En la actualidad, la Unión Soviética ya no existe y las democracias europeas...

EL POEMARIO de Federico García Lorca no vio la luz hasta cuatro años después de su asesinato. Palabras encadenadas sobre multitudes que vomitan y orinan, espectáculos de desolación industrial y reflexiones en carne viva sobre el quién soy yo salidas algunas de la máquina y otras de la pluma del poeta. Escrito entre 1929 y 1930 durante su estancia...

SAPIENS

17.08.2018

De la mano de uno de los historiadores más interesantes de la actualidad, he aquí la fascinante interpretación de Yuval Noah Harari sobre la historia de la humanidad. Bestseller nacional e internacional, este libro explora las formas en que la biología y la historia nos han definido y han mejorado nuestra comprensión de lo que significa ser...

Los libros fueron el consuelo de aquellos que un día vivieron entre cuatro paredes. Si hubiese existido whatsapp, probablemente los localizarían por GPS enseguida y los arrestarían de inmediato. Cuántas bellas páginas se hubiese perdido la historia. Los libros siempre han salvado todas las barreras y han sido el refugio seguro de aquellos que los...

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