Ara Malikian, la belleza agreste

22.06.2019


   Juan A. Flores Romero


     ¿Os habéis detenido a escuchar alguna vez a este violinista libanés afincado en nuestro país y que nació con las protestas del 68? Su padre quiso que no se quedara en su tierra, que saliera a conocer mundo, a superar la realidad que le había tocado vivir. Ser libanés no es fácil en un estado casi fallido en el que los intereses entre cristianos y musulmanes se encuentran y en el que la presencia de Israel en su lucha contra los grupos terroristas chiíes que se refugian en este antiguo territorio fenicio es una realidad más que palpable. Varias guerras y encuentros armados dan prueba de ello.

    En ese escenario Malikian, de origen armenio, no quiso sobrevivir y efectivamente fue su padre el que le empujó a salir. Ser armenio es ser cristiano en Oriente Medio. Eso no es nada fácil en un escenario de la geopolítica internacional plagado de intereses creados. Por eso huyó. Creció al amparo de la sociedad alemana que le recibió y donde perfeccionó sus dotes, ofreciendo con 12 años su primer concierto y siendo becado por prestigiosas instituciones del estado de Hanover unos años después. Así se formó; un libanés en la corte del kaiser. Él, desde entonces, ha sabido sorprender con su arte y hacerse un hueco en el complicado universo del espectáculo. Pero siempre tuvo claro que quería ser músico. Tal vez, no le quedó otra opción para sobrevivir y para expresar sus pasiones.

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