Goebbels y el concierto de Año Nuevo

03.01.2021

Juan A. Flores Romero

     Seguro que eres uno de esos melómanos que cada mañana de Año Nuevo se asoma a la televisión pública para presenciar el ya tradicional concierto de la Orquesta Filarmónica de Viena en la Sala Dorada del Musikverein de la capital de Austria, que en los últimos años mantiene pegados a la pantalla a más de 1000 millones de telespectadores a través de la señal de Eurovisión. Junto a los saltos de esquí es la actividad que más caracteriza a las fiestas navideñas en latitudes alpinas. Cada año nos deleitan con sus instrumentos decenas de músicos  dirigidos por las más prestigiosas batutas. Este año, el siempre sorprendente Riccardo Muti y el próximo 1 de enero el inconfundible y veterano Daniel Baremboim. 

     Pero, ¿acaso alguna vez os habéis preguntado desde cuándo se celebra este concierto y quien fue su alma mater? Pues bien, comencemos por lo segundo. Ya había comenzado la II Guerra Mundial cuando al ministro de propaganda de Hitler, Joseph Goebbels, se le ocurrió que un concierto en Viena podría constituir un homenaje de las provincias austriacas a Hitler y su Reich. Por ello, el 31 de diciembre de 1939 se inaugura por vez primera este concierto que desde 1941 pasó a celebrarse el 1 de enero. Y desde entonces hasta ahora se ha mantenido esa fecha. Seguramente que el espíritu de este festival musical se ha transformado desde aquel 1939, en que se enmarcaba en el conjunto de actos culturales organizados por el Reich, hasta la actualidad, una muestra de cosmopolitismo, aperturismo, variedad y hermandad entre todas las naciones.

     La mayor parte de las obras interpretadas pertenecen a la familia Strauss. Desde hace ya muchos años El Danubio Azul y la Marcha Radetzky -ambas de los Johann Strauss, hijo y padre respectivamente- son las piezas que cierran el concierto, que cuenta con un ensayo general el 30 de diciembre y el ensayo de San Silvestre, el 31 de diciembre. Una curiosidad es que en tiempos de Goebbels no se interpretó ni la Marcha Radetzky ni el Danubio Azul. 

     El concierto que inspirara aquel gris ministro de propaganda nazi fue dirigido hasta su muerte por Clemens Krauss con la excepción de dos años en que cedió el puesto a Josef Krips.


     

     


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