La biblioteca Hernando Colón

26.07.2020


Juan A. Flores Romero

Mientras la Santa Inquisición elaboraba listas de libros prohibidos, el hijo de Cristóbal Colón recorría Europa en busca de las mejores colecciones de libros. Con su muerte, su legado fue cayendo en el olvido y muchos de sus colecciones están ahora a buen recaudo en el Archivo de Indias de Sevilla. Pero mucho se perdió por el camino. ¿Realmente los libros importaron alguna vez en este país? Los ilustrados tuvieron sus certezas: nos encontramos ante un país embrutecido, iletrado, enajenado durante siglos por un pensamiento único que marcaba la vida social y el devenir de los días y los años. Generaciones enteras fueron privadas de la cultura por no haber tenido acceso a los libros. Hoy disfrutamos de bibliotecas bastante dignas, repletas de libros expuestos, en depósito, incunables e incluso rarezas que pueden consultarse. Es como el apasionante universo de la filatelia al que también soy aficionado. Incluso la figura de Hernando Colón fue devorada por la Historia sin pena ni gloria. No escatimó esfuerzos para reunir cuantos mayores conocimientos de la humanidad mejor y por eso recorrió parte del mundo en busca de esos hallazgos bibliográficos. Estamos en plena era de la imprenta y la cultura comienza a ser materia de interés en algunos puntos del globo, especialmente en Centroeuropa. La reforma protestante y la contrarreforma católica hizo que esta proliferación de libros y expansión de ideas se tomaran muy en serio. Por eso se hicieron listados de libros prohibidos, y muchos de ellos acabaron siendo pasto de las llamas.

Hernando apenas tenía cuatro años cuando su padre en embarcó en su primer viaje a América. Su interés por el Nuevo Mundo hizo que le acompañara en su cuarto viaje y que posteriormente hiciese una biografía relatando la vida del almirante de la Mar Océana. Su gusto por los libros no eclipsó su interés por la astronomía, una ciencia muy relacionada con la navegación y con la misma era de los descubrimientos. El periplo que realizó con su padre, Cristóbal Colón, le llevó a Honduras, el istmo de Panamá y a las islas del Caribe.

Los treinta años que siguieron a 1509 los dedicó a recorrer Europa en busca de ejemplares de libros que gustosamente leía, resumía y catalogaba, creando uno de los mayores fondos de la época. La documentación sobre la compra de los libros (propietario, ciudad,...) era tan minuciosa que toda esa información quedó reflejada en su obra "Libro de los epítomes". De todo su afán recopilatorio y divulgativo apenas nos ha llegado un 20% del material adquirido e incluso el famoso "Libro de los epítomes" ha estado perdido hasta que el pasado año fue hallado en una colección en Dinamarca. Un drama bibliográfico que nos recuerda aquel que fue pasto de las llamas en la antigua Alejandría.

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