LA FORTALEZA DE ZELUÁN
Juan A. Flores Romero
El 1 de abril se cumplen 80 años de la finalización de la Guerra Civil Española, un campo de pruebas entre el fascismo y los filobolcheviques, dos tendencias políticas con proyección internacional que dieron al traste con cualquier atisbo de democratizar Europa, y no digamos España. Aunque mis dos abuelos combatieron con la república no tengo ningún interés de hacer de abogado del diablo, pues considero que en ambos bandos aún colean luces y sombras propias de un conflicto armado en el que se sustituyó la razón por las más bajas pasiones y rencores larvados. Eran tiempos difíciles y no es mi misión juzgar a nadie. Me limito a los hechos. Y en esta ocasión dedicaré un artículo al que -a no ser que alguien más informado que yo me corrija- pudo haber sido el primer campo de concentración de la Guerra Civil Española.
La II República hacía aguas en los albores de un tórrido verano de 1936. "Las bicicletas son para el verano", pero aquel venía cargado de nubarrones negros que iban a ensombrecer el paseo. A poco de iniciarse la contienda civil, fueron surgiendo distintos campos de detención y de concentración al más puro estilo de los que Himmler ideara en 1933. En el bando republicano también proliferaron salas de detención, checas y otros medios para tomar represalias contra aquellos que mostraran la más mínima sombra de alinearse con los sublevados. El primer campo creado por los franquistas fue precisamente el de la Alcazaba de Zeluán, población marroquí cercana a Melilla, donde fueron encarcelados centenares de melillenses y de otras poblaciones del sector oriental del Protectorado Español por su militancia de izquierdas o su oposición a la sublevación militar de julio de 1936.
Según información hallada en la ciudad, "la alcazaba fue construida por los marroquíes a finales del siglo XVII y tras la ocupación del territorio de Guelaya por los españoles se convirtió en acuartelamiento para las tropas de ocupación. Su utilización como campo de concentración se produjo inmediatamente después de la toma de Melilla por los franquistas. Esta rápida puesta en marcha de este presidio demuestra que en los planes de los sublevados estaba ya decidido su utilización como tal ante la enorme cantidad de personas que pensaban encarcelar con el objeto de doblegar a la ciudad de Melilla por el terror".
Según las mismas fuentes, "en El Telegrama del Rif del lunes 20 de julio de 1936, tres días después de la ocupación de Melilla por las tropas sublevadas, se publicó un breve artículo que reproduzco textualmente:
"Ayer fueron detenidos varios paisanos a los cuales se trasladó a la Alcazaba de Zeluán, donde ha quedado establecido un campamento de concentración de detenidos. La Intendencia Militar situó en dicho punto los elementos necesarios para dicho alojamiento... Estos individuos nos han declarado, las autoridades, que serán puestos inmediatamente en libertad, sino recaen sobre ellos responsabilidades pendientes de otro orden, tan pronto presenten sus familiares un arma de la categoría de pistola, fusil o escopeta, en las oficinas de la circunscripción. Las horas para admisión de dichas armas serán de nueve a trece y de dieciséis a dieciocho".
En cuanto a "los individuos" a los que hace referencia El Telegrama eran obreros, sindicalistas, políticos, concejales, funcionarios, periodistas, jueces, abogados o médicos cuyo único delito fue el ser de izquierdas o no apoyar la sublevación militar.
Para muchos de los detenidos, Zeluán se convirtió en la antesala de la muerte ya que, sobre todo en las primeras semanas de las sublevación franquista, decenas de personas fueron sacadas de noche para ser asesinadas en la carretera que unía Zeluán con Nador y Melilla. Paulino Díez, líder del anarquismo en Melilla, escribió de estos asesinatos en su autobiografía Memorias de un anarcosindicalista de acción:
"Los asesinatos los realizaban los falangistas y los del Tercio en la carretera de Nador a Monte Arruit. Abandonaban los cadáveres en las cunetas y después lo recogía una ambulancia".
El 15 de septiembre de 1938, el periódico La Vanguardia publicó el testimonio de un melillense prisionero en el campo de Zeluán que pudo pasar a zona gubernamental al ser incluido en un canje de prisionero. Este melillense, que dijo llamarse Antonio Guzmán para ocultar su verdadero nombre por miedo a represalias contra su familia que seguía en Melilla, relató como al ser conducido a Zeluán en coche, este tuvo que parar porque había varios cadáveres en la carretera. Guzmán pudo reconocer uno de ellos como el José Gallego Urbano. José Gallego tenía 23 años y era militante de la JSU de Melilla. Fue asesinado el 30 de julio de 1936. Ese mismo día se constata la muerte de Juan Buxaderas Ristol, Pascual Sánchez Pujalte y Manuel Gaitán González.
El presidio melillense estuvo funcionando hasta entrados los años cuarenta. Miles de personas pasaron por allí e incluso hay testimonios que afirman que los presos -entre los que había algunos manchegos- eran forzados a realizar obras de infraestructura civil entre Melilla y Nador.
LOS EXPEDIENTES DE LOS PRESOS DE ZELUÁN.
Tomamos como base los ficheros del Ministerio de Defensa para contrastar la información aportada por diversos periódicos -sobre todo La Vanguardia y el Telegrama del Rif y varios trabajos publicados en distintos boletines. Según leemos en el artículo de F. Javier López Jiménez El campo de concentración de La Alcazaba de Zeluán (Melilla) y sus expedientes personales (publicado en el Boletín informativo del Sistema Archivístico de la Defensa nº20. Diciembre de 2011), en marzo de 2011 se enviaron por el Archivo Militar Intermedio de Melilla al Archivo Militar de Guadalajara 1000 expedientes de prisioneros de Zeluán.
De entre los expedientes que se citan en el artículo quisiera destacar el incoado en octubre de 1936 a 28 personas por el terrible delito de robar una lancha para intentar huir a zona francesa y por el que cayeron condenas de 6 a 30 años y alguna condena condena a muerte que fue conmutada a 30 años.
Otro expediente es relativo a la causa 514/1936 por el asalto a la armería Eibarresa el 17 de julio de 1936. Por esta causa fueron sentenciados 34 melillenses de los cuales siete lo fueron a muerte.
Fuentes contrastadas:
* Sistema archivístico de la Defensa, nº 20.
* Expediente de la causa 514/1936.
* Artículos de la Vanguardia y El Telegrama del Rif, comentados en un blog melillense en 2012.