La madriguera de J.D.Salinger

26.07.2020


Juan A. Flores Romero

Podríamos afirmar que detrás de grandes genios de la literatura ha existido una cadena de elementos trágicos que combinándose entre sí han sumido al autor en una oscura pantalla o en un profundo agujero del que nos ha dejado muestra a través de sus líneas. En algunos casos, estos autores habrán formado parte de esa pléyade de desconocidos que nunca nadie sabrá nada de ellos. Franz Kafka resucitó por el arte escatológico de su albacea, Max Brod. Tal vez hubiese otros oscuros intereses detrás de esas póstumas publicaciones, comenzando por el hecho de que Kafka no recibiría ni un céntimo.

También, como el autor checo, J.D. Salinger pudo haber sido un auténtico desconocido si no fuera porque una de sus obras cobró relevancia a partir de los años 50. Una de las claves para entender este boom fue la leyenda negra que acompañó a la obra y, por supuesto, la profundidad de un mensaje que tiene como telón de fondo la miserable e inadaptada existencia de Holden Caulfield. Esa misma oscuridad y angustia se puede apreciar en otra de sus obras más celebradas, Fanny y Zooey (1961), con una profunda carga emocional y en la quizá se aprecien los estragos de una educación basada en principios estrictos que dejan poco hueco al individualismo y demasiados espacios a la frustración y al desencanto.

Este autor neoyorkino nació en 1919 y tuvo una vida azarosa. Vivió en su ciudad natal, se alistó tras el bombardeo de Pearl Harbour en el ejército norteamericano y puso rumbo a Liverpool desde donde participó en el desembarco del Día D. Sus pies pisaron una playa un poco más alejada que la de Utah, aun así estuvo presente en la toma de Cherburgo y sus peripecias bélicas le condujeron a la toma de París donde conoció a Hemingway.

Tras el fin de la contienda estuvo realizando labores de contraespionaje en territorio alemán. Su misión, como la de tantos otros era impedir que el enemigo incautara material que pudiera ser perjudicial para los intereses americanos así como la custodia de documentos confidenciales. Un episodio enturbió su participación en aquellas labores de espionaje y contraespionaje después del conflicto. Años complicados para mantener el predominio en una Europa que se movía entre los brazos de la URSS y de los Estados Unidos. Tras varios meses de arduo trabajo sufrió un cuadro de estrés postraumático que le recluyó en un sanatorio cercano de Nüremberg. Su trabajo de contraespionaje terminó un año después de la finalización de la guerra, justo el año de los famosos juicios de Nüremberg.

Antes de iniciarse la guerra, durante su juventud, hizo un viaje por Europa. No hay que desestimar su búsqueda de raíces. Parte de su familia era de origen judeo-polaco. En el transcurso de esa estancia pasó un tiempo en Viena donde conoció a una familia judía con la que estuvo conviviendo un tiempo. Tras la guerra, quiso buscarla pero todos habían perecido en los campos de exterminio nazis.

Unos años después de su regreso de Europa, y después de varias publicaciones sueltas en revistas americanas, publicó una de las obras que marcarían el panorama literario del siglo XX: El guardián entre el centeno (1951), desapareciendo unos años después de ese gran éxito. Tres años antes ya había escrito la obra "Un día perfecto para el pez banana".

Desde mediados de los años 60 estuvo recluido en una zona rural de New Hampshire, donde apostó por una vida tranquila con su familia. También buscaba esa paz interior que le condujo a la práctica del zen y la meditación oriental.

Uno de los misterios que ha envuelto a Salinger es saber a qué se dedicó desde 1967 en esa zona rural de los Estados Unidos. Sencillamente a escribir. A narrar sin parar con lo hizo cuando se metió en la piel de aquel joven Holden Caulfield, en plena adolescencia, un ser especial dotado de la sensibilidad para oler, para percibir, las cualidades de otras personas y donde subyace un hedor intenso a hipocresía, a hedonismo, falta de fe en el mundo. Caulfield encuentra en su peregrinaje desde que es expulsado de una escuela a todo tipo de personas a las que detesta, percibiendo esa mezcla de mentira y apariencia que envuelve la historia de la humanidad en cada momento. La pesadumbre y el dolor que emana de la obra ha sido fuente de inspiración para muchos críticos y para algún que otro grupo de música, que ha utilizado al personaje en sus letras. Es el caso de The Offspring en su álbum "Ignition", concretamente en su tema "Get it right". Otros inmortalizaron la obra de otras maneras. Chapman, el asesino de John Lennon, lo estaba leyendo cuando cometió el asesinato en 1980, justo en la ciudad en la que nació Salinger.

La oscuridad y el celo de la vida de este autor durante medio siglo estuvo envuelto en la bruma del misterio. Pero también se ha conocido que parte de su legado literario verá próximamente la luz; quizá fuese el deseo póstumo del autor cuando expresó en estos términos: "me produce gran alegría imaginar que, antes o después, el producto acabado de lo que escribo llegará bien al lector ideal, esté vivo, muerto o no haya nacido aún, sea hombre o mujer o tal vez ninguna de las dos cosas".

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