LOS ÚLTIMOS DE SEFARAD

07.08.2018

Hace más de 500 años de la expulsión de los judíos de España. Bien es verdad que muchos siguieron practicando su vieja fe, aunque se perdieron muchas costumbres, otras se transformaron o tal vez apenas quedó un recuerdo de lo que fueron sus antepasados. La Inquisición hizo su trabajo hasta bien terminado el reinado de Fernando VII. Dejando aparte a aquellos conversos que decidieron primar su vida a su fe, dejamos constancia de un pueblo que permaneció disperso durante cientos de años por las costas norteafricanas, la Europa cristiana o las grandes urbes del imperio otomano. En los años veinte del siglo XX fueron redescubiertos por un diplomático español, Pulido, haciendo constar que habían conservado el idioma de sus ancestros: el judeoespañol, ladino o sefardí, que hoy en día enriquece como variedad nuestro idioma. Es una pena que en las escuelas israelíes esté poco demandado y se esté perdiendo en favor del hebreo, lengua reencontrada de los judíos y que durante siglos apenas si fue meramente una lengua litúrgica. Hoy rememoramos a aquel pueblo disperso que un día fue parte de España y que hoy sigue reivindicando su legado cultural y su amor por la tierra de sus ancestros. Aquella tierra que dejaron aquel 31 de julio de 1492 para poner rumbo a Portugal o al norte de África y que llenaron puertos como el de Cartagena de naves transportando a los tempranos exiliados del siglo XV.

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