LITERATURA: EL ROMANTICISMO
EL ROMANTICISMO
1. DEFINICIÓN, CRONOLOGÍA Y CARACTERÍSTICAS GENERALES
El Romanticismo es un movimiento cultural característico de la primera mitad del siglo XIX. Se opone a los principios básicos de la Ilustración y resulta de la profunda crisis social e ideológica de un mundo en acelerado cambio. El derrumbamiento de los valores tradicionales, la despersonalización del individuo dentro de la nueva sociedad industrial y el auge del materialismo y la tecnificación conducen a dos actitudes opuestas:
el rechazo de la nueva sociedad, sea añorando un pasado perdido, sea inventando mundos ideales;
la reivindicación de un progreso más acentuado que permita llegar a una sociedad auténticamente humana en la que tengan cabida la fantasía, la espiritualidad, la libertad o la justicia.
Los rasgos característicos del Romanticismo son los siguientes:
Irracionalismo. Se niega que la razón pueda explicar por completo la realidad. De ahí se deriva la afición de los románticos a lo sobrenatural, lo mágico y lo misterioso.
Subjetivismo. Puesto que la razón tiene sus límites, son necesarias otras formas de conocimiento como la intuición, la imaginación o el instinto. Cobran importancia, entonces, las emociones, los sueños o las fantasías, ya que permiten descubrir los escondrijos del espíritu humano. Se revalorizan los sentimientos, porque para el romántico la pasión es una fuerza superior a la razón.
Idealismo. El hombre romántico siente predilección por lo ideal, por lo absoluto: no aspira a una parcela de libertad o a contemplar algo bello, por ejemplo; busca, más bien, la Libertad, la Belleza, con mayúsculas. Hay en él un sentimiento de no plenitud que le empuja a buscar desesperadamente lo absoluto; de ahí, su vitalismo, su necesidad de acción; de ahí, también, su frustración, ya que sus anhelos no se ven satisfechos.
Individualismo. El romántico tiene conciencia de ser distinto de los demás y afirma su yofrente a lo que le rodea. Esa afirmación le conduce a la soledad, uno de los temas básicos del Romanticismo. En el arte, el yo del artista pasa a ocupar el primer plano de la creación; el autor vierte en ella sus sentimientos expresando su insatisfacción, su búsqueda del absoluto... Por ello, la lírica y la música son en este periodo las artes supremas.
Genio creador. El artista no es ya el artesano que elabora y pule su obra tras un aprendizaje previo; el arte se concibe ahora como la expresión del genio que el creador lleva dentro; la obra es el resultado de un momento de inspiración. Por eso se concede un gran valor a lo espontáneo y a lo original, es decir, a lo que es propio del genio creador.
Desengaño. El choque entre el yo y una realidad que no satisface sus ideales produce en el artista romántico un hondo desengaño que le empuja a enfrentarse con el mundo y a rebelarse contra las normas morales, sociales, políticas y religiosas.
Evasión. El romántico busca escapar de ese mundo que no le gusta. Esta evasión puede llevar al artista a ambientar su obra en épocas pasadas, como la Edad Media, o en lugares lejanos o exóticos, como Oriente, América o la misma España, que para muchos escritores europeos era un país romántico por sus antiguas tradiciones y su peculiar folclore.
Soledad. El romántico puede huir de la realidad de otro modo: refugiándose en sí mismo. Siente, entonces, predilección por los lugares solitarios como castillos, cementerios o jardines. Pero la soledad también produce dolor y conduce al artista a ansiar la integración con los otros, el amor.
Naturaleza dinámica. Frente a la naturaleza artificiosa, geométrica del Neoclasicismo, el artista romántico representa la naturaleza en movimiento y prefiere la ambientación nocturna. La naturaleza se identifica con los estados de ánimo del creador y, según sean estos, es turbulenta, melancólica o tétrica.
Nueva sensibilidad. El Romanticismo trae a primer plano la intimidad. Se extiende el sentimiento de fugacidad e infelicidad de la vida humana. Resultan ahora características la nostalgia, la melancolía o la angustia; de ahí, el gusto por lo sombrío y crepuscular.
Los rasgos anteriores nos permiten entender que, en su rechazo del mundo, los artistas románticos tomen dos direcciones opuestas: la nostalgia de los valores tradicionales (monarquía, religión...) o la rebelión frente a su mundo y frente al antiguo (republicanismo, anticlericalismo, ideales democráticos...). Por ello se distingue entre un Romanticismo tradicional o conservador y un Romanticismo liberal o progresista.
2. EL ROMANTICISMO ESPAÑOL
El Romanticismo se desarrolla tardíamente en España debido a las circunstancias históricas y políticas del país en el primer tercio del siglo XIX. La censura y la falta de libertad de expresión en el reinado absolutista de Fernando VII hacen que la cultura española sea raquítica en ese periodo. Muchos intelectuales marchan al extranjero y entran allí en contacto con el Romanticismo. Es a su vuelta, con el fin del reinado fernandino, cuando brota en la literatura española el Romanticismo, que vive su apogeo en los años 30 y 40.
Por otra parte, la tardía aparición del movimiento y las características de la sociedad española hacen que el Romanticismo español no tenga la importancia del europeo. Si en los países más avanzados de Europa la nueva sociedad industrial genera unas contradicciones que el artista romántico expresa angustiosamente en sus obras, la vida española, atrasada y rural, no propicia el desarrollo de un vigoroso Romanticismo español, que adopta las formas del europeo, pero que carece de su hondura.
3. LA POESÍA ROMÁNTICA
La poesía lírica es uno de los géneros predilectos de los escritores románticos, que la consideran el medio apropiado para expresar el ansia de libertad y dar rienda suelta a la imaginación y los sentimientos.
El movimiento romántico se alargó en España hasta la segunda mitad del XIX, y sus principales representantes son José de Espronceda, que escribió en la primera mitad del siglo, y Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro, autores de la segunda mitad del XIX.
3.1. Innovaciones temática de la poesía romántica
El individualismo y el ansia de libertad dirigen la producción poética del Romanticismo y originan innovaciones formales al mismo tiempo que tiñen de subjetivismo sus temas predilectos. Entre estos últimos destacan:
Ansia de libertad, que afecta tanto a la libertad personal como a la libertad artística y a la libertad política. Una manifestación de este tema es el canto a personajes marginales que, llevando a los máximos extremos su libertad, rechazan todas las normas sociales (piratas, bandoleros, mendigos...)
Expresión de sentimientos íntimos: el poeta romántico expresa sin temor sus sentimientos más íntimos y los vive con intensidad y apasionamiento, tanto en los momentos de gozo como en los de pesar, que son los que más abundan. Predominan los sentimientos que expresan frustración, melancolía, angustia, soledad, amor imposible...
Ansia de evasión: a los románticos, ávidos de nuevas sensaciones, apasionados, sensibles y descontentos, la vida cotidiana les produce una continua insatisfacción, por lo que huyen de ella evadiéndose mediante sus obras en el espacio y en el tiempo, o dirigiendo su pensamiento hacia el mundo de los sueños, de la fantasía.
La naturaleza: es un marco que refleja los sentimientos del poeta; dado que en mayoría estos sentimientos son tristes, la naturaleza se presenta sombría, triste, melancólica, y a menudo, trágica. Son frecuentes en los poemas románticos los paisajes desoladores, los cementerios, las noches tenuemente iluminadas por la luna envuelta en niebla o por los relámpagos de la tormenta.
3.2. Innovaciones formales de la poesía romántica
Desprecio por las estrofas y metros clásicos. El poeta es libre para decidir qué combinaciones estróficas utiliza, incluso para «inventar» la estrofa que mejor se ajuste a lo que quiere expresar. Por esta razón, se utiliza un enorme caudal de combinaciones métricas diferentes.
El ritmo, conseguido mediante la rima y la medida, es uno de los elementos esenciales del poema. Para intensificar el ritmo, los poetas románticos recurren también a la todo tipo de repeticiones (fónicas, semánticas, morfosintácticas...).
El lenguaje resulta muy expresivo, con abundancia de apóstrofes, vocativos, exclamaciones, interrogaciones..., pues así se consigue presentar los temas de forma muy personal, marcando la individualidad del poeta.
Por otro lado, el mundo romántico, plagado de sensaciones que se perciben por medio de los sentidos, se expresará mediante un lenguaje abundante en adjetivos, frecuentemente epítetos, que contribuyen a añadir matices personales y subjetivos al texto.
Los poetas románticos cifran su labor en la expresión de lo íntimo y personal, pero no pretenden hacerlo de manera oscura, por lo que hacen un uso moderado de imágenes (metáforas, comparaciones, paralelismo...) y utilizan figuras como el encabalgamiento, hipérbaton, que, aunque rompen las normas de la sintaxis, no dificultan la comprensión de los textos.
4. EL TEATRO ROMÁNTICO
El teatro romántico español surge en un momento de fuerte censura política, con muchos escritores exiliados y autores que debían crear su obra en condiciones penosas. Por ello, abundan las traducciones de obras extranjeras. Por otro lado, se siguen representando obras de los siglos anteriores. Hacia 1834 la situación teatral cambia y se producen las mejores obras teatrales del romanticismo español.
. Características del drama romántico
Como ya dijimos, el principio fundamental que inspira el movimiento romántico es la exaltación de la libertad y del individuo. Estos principios generan cambios profundos tanto en la estructuración como en la temática de las obras teatrales.
En cuanto a la estructura, se rompe la ley de las tres unidades, sobre todo la de lugar y de tiempo. Hay múltiples cambios de lugar y variedad de paisajes abruptos, montañas solitarias, cementerios..., acordes con el espíritu romántico.
Se mezcla lo trágico y lo cómico; la prosa y el verso (no siempre) y aumenta el número de actos (generalmente cinco).
Respecto a la temática, sobresalen el tema del amor como pasión incontrolada que enturbia la razón, y el tema de la libertad. Ambos temas se desarrollan a través de argumentos complejos en los que se suceden múltiples desafíos, malentendidos y suicidios. Se da también un gusto por los temas históricos y legendarios, que toman como referencia, en muchos casos, la Edad Media, y por los temas exóticos. Ambos permiten a los autores huir al pasado y refugiarse en la fantasía de lo lejano, muy propio de carácter romántico.
En cuanto a los personajes, aparecen caracteres impulsivos que viven en tensión, y dominados por una pasión fatal que, en ocasiones, les conduce a la muerte.
5. LA PROSA ROMÁNTICA
En la primera mitad del siglo, época de auge del Romanticismo, las preferencias de los escritores se dirigen hacia la "novela histórica", que, al gusto romántico, cuenta historias de héroes lejanos que sacrificaron su vida o corrieron grandes riesgos por un ideal. A estas novelas pertenecen algunas de las que han pasado a la historia de la literatura universal comoIvanhoe de Walter Scott, Notre Dame de París de Víctor Hugo o Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas.
Dentro de esta línea, que en España se difunde más a través de traducciones que de obras originales, se encuentra también el gusto por las leyendas o narraciones breves que recogen historias fantásticas perdidas en la antigüedad, entre las cuales destacan las escritas por Gustavo Adolfo Bécquer.
Así como las novelas históricas autóctonas no tuvieron gran éxito en España, sí se desarrolló una prosa que pretendía mostrar las peculiaridades de cada lugar, la "prosa costumbrista", que originó novelas y sobre todo artículos publicado en prensa conocidos como "artículos de costumbres".
Los artículos, que abordan aspectos de la vida cotidiana, tienen una temática muy variada: la política, la sociedad, la literatura, las costumbres urbanas o campesinas... Algunos tienen como única finalidad describir rasgos anecdóticos; otros, sin embargo, pretenden reflejar una costumbre para criticarla resaltando lo que tiene de ridícula, pretenciosa o falsa. De este último tipo destacan los artículos de Mariano José de Larra, quien fue capaz de dotar a un medio (la prensa) y un subgénero (los artículos de costumbres) de la profundidad crítica de la que hasta entonces carecían.
El hecho de que sus textos se publicasen en la prensa hace que estén dirigidos a un lector medio, ni muy culto ni muy ignorante, a una persona que pueda reconocerse en alguno de los protagonistas e identificarse con las situaciones narradas. Esta capacidad de acercamiento a los hombres y mujeres de la calle unida a su medio de divulgación, hizo que los artículos tuvieran gran número de lectores.