Educación
El laberinto educativo
Juan A. Flores Romero
En estos días de septiembre no podemos dejar de pensar en la educación. Nos pasa todos los años cada vez que regresamos con nuestros hijos al colegio o en las semanas previas a retomar las clases como docentes. Son muchos los artículos y ensayos que nos hablan de que algo se mueve en las aulas y de que el alto grado de infantilización de nuestros alumnos es fruto de una mala gestión de sus vidas por parte de los adultos. Los padres, educadores y la sociedad misma tienen una responsabilidad indiscutible sobre los niños. Estos no son peluches que se abrazan por un momento para expresarles nuestro cariño, para descargar nuestras emociones tras un duro día de trabajo o para inocular el veneno de la culpabilidad por no estar más tiempo con ellos. Tampoco son seres mitológicos que dormitan al otro lado de la puerta frente a una pequeña pantalla luminosa: el móvil. A veces las habitaciones son pequeños universos; y es más fácil estar conectados con un socio que vive en Australia que con el hijo que expresa la soledad y la frustración a un contacto de Facebook en la soledad de su cama con sus manos amarradas a su Huawei y a un arrugado Kleenex.
La labor de educar exige bastante más que tener hijos. El ideal ilustrado de "la emancipación del individuo" solo se consigue tras años de esfuerzos por parte de todos los elementos que componen el proceso de enseñanza-aprendizaje, incluidos los niños. Estos tienen una responsabilidades de las que muchas veces se les exime: por comodidad, por sobreprotección, por ignorancia. Los menores son sujetos con derechos, protegidos por la ley, por sus padres, por el sistema educativo,... pero rara vez muchos de ellos están familiarizados con otro concepto asociado al concepto de derecho: la obligación. Esa palabra con tintes peyorativos no implica ni más ni menos que responsabilidad en el grado que les corresponde como niños o adolescentes. Esa palabra rechina en los hogares, en las escuelas o en los medios de comunicación que, en muchos casos, nos transmite una idea desfigurada de lo que debe ser realmente un niño; en la mayoría de los casos, presentados como pequeños adultos e incluso hipersexualizados por los medios de comunicación.
El juez de menores, Emilio Calatayud, ha incidido muy a menudo en esta carencia de responsabilidades por parte de los niños. Y es que las familias van avanzando hacia un modelo más democrático, más abierto, más plural... donde las decisiones se toman de forma consensuada sin reconocer, en ocasiones, ningún principio de autoridad bien entendida. El niño se presenta, pues, como sujeto de toma de decisiones. Pero para decidir hay que haber sido educado previamente sobre la base de valores como el respeto, la asertividad y la iniciativa personal. La elección sin formación no implica una elección en libertad. Para asegurarse de que el individuo está decidiendo en libertad es necesario asegurarse de que, en su justa medida, está formado, está maduro para tomar determinadas decisiones. Uno no puede consensuar con un hijo de ocho años quién conduce el coche hasta el colegio, ni tan siquiera el tiempo que debe pasar delante de una pantalla. Hay determinadas decisiones que corresponde a los padres porque el niño aún no tiene un criterio formado. Sí es cierto que hay que procurar que tome pequeñas decisiones siempre que estas no menoscaben su integridad ni los valores que los padres quieren inculcarle hasta que el individuo que se está formando pueda decidir por sí mismo. Si los padres se niegan a transmitir valores, otros lo harán.
¿Debe decidir un niño con plena libertad? La respuesta debe ser no. Si no hay criterio, insisto, no hay elección posible. Y, si esta se produce, no estará basada en nada sólido; será una decisión líquida, utilizando ese calificativo que tanto gusta a Zygmund Bauman. Adoptando las palabras del libro "Contra la indiferencia" de Josep Ramoneda al hablar de la filosofía kantiana, el autor plantea tres conceptos clave para la persona: yo, pensar, decidir. Y concluye, "decidir es más que optar, es asumir la responsabilidad de la situación en la que se está". Optar es fácil, asumir las consecuencias de la opción, no tanto. Y esto, a veces, erróneamente, se traslada a terceros: padres, educadores, formadores,...
Desgraciadamente, al yo "inmaduro" le faltan elementos para estar dotado de unos mínimos elementos que le hagan decidir. El estadio intermedio es el "pensar" y ahí entra el concepto de racionalidad. Solo utilizando los rudimentos de la inteligencia se puede llegar a un poder de decisión que se podría considerar de "aceptable".
La educación también debe partir de ese yo, en ocasiones manipulado y prostituido por una educación deficitaria. Educar no es hinchar el ego del educando, sobrealimentar una falsa autoestima que esconde inseguridad y fragilidad. Hoy muchos niños se sienten arropados por sus familias, justificados en todo lo que hacen. Muchos de ellos carecen de iniciativa y permiten que sus padres se peleen hasta la extenuación con un profesorado resignado a ser la última pieza de un sistema instrumentalizado mientras ellos pugnan por conseguir más puntos con el último vídeojuego, esperando soluciones inmediatas. El concepto de paciencia se diluye. El niño, por tanto, está ideado para jugar dentro de la cueva y el padre para conseguirle el mamut. Solo que ese niño terminará afeitándose dos veces por semana y su papá seguirá saliendo a cazar el mamut. La despensa de la cueva, pensará el vástago, sigue siendo ese lugar que se llena misteriosamente; el niño no ha de sospechar que la manutención desde los tiempos de Adán y Eva suele conseguirse con el sudor de la frente; pero para sudar ya está el gimnasio al que, por cierto, se llega en patinete, en moto o mejor en coche. Aparece aquí otro concepto que ya leí en un artículo reciente del profesor Andreu Navarra: infantilización, que yo asocio con inmadurez o inconsciencia. Se hace al niño-adolescente más infantil de lo que le corresponde por edad. Procuramos que ignore ciertas cuestiones para no dañar su autoestima: que hay que hacer cálculos para llegar a fin de mes o que es su actitud la que hay que mejorar frente a la idea de que los profesores son unos tontos, unos advenedizos, unos maniáticos o unos rancios.
El niño podrá darnos lecciones de redes sociales o de cómo se instala un vídeojuego pero carecerá de las herramientas necesarias para comenzar a enfrentarse al mundo. Hemos querido encerrarles en una burbuja en un mundo lleno de zarzas. Así pueden llegar a alcanzar una felicidad ficticia entendiendo que no haciendo lo que deben les hace más felices. Pero la vida, más pronto que tarde, les exigirá unas bases socio-culturales si quieren formar parte del sistema. Este no está dispuesto a mostrar misericordia con la inmensa mayoría de los elementos que el sistema educativo vomita al entramado socioeconómico. Un país, una sociedad, se construye desde los pilares de la educación. No basta con saber manejar pantallas. Muchos jóvenes lo hacen sin dejar de ser perfectos analfabetos. Dominan la herramienta pero no son capaces que hacer algo productivo con ella. Muchos se echan en los brazos de las redes como meros consumidores de productos digitales pero no han logrado entender que las herramientas digitales están concebidas precisamente para ser aplicadas en la vida cotidiana como fuente de riqueza.
Hoy la riqueza de las naciones, utilizando el título de la obra de Adam Smith, pasa por un uso adecuado de las herramientas digitales. La cuestión no es prohibirlas porque ya forman parte de nuestra sociedad y han llegado para quedarse. Hoy pocas personas conciben un mundo que no sea digital. La revolución del 5 G en unos años va a dar un giro a nuestra forma de entender cualquier actividad cotidiana. Sin embargo, no hay nada en el sistema educativo que esté concebido para educar para un mundo digitalizado que ya es una realidad, ojo, entendiendo "lo digital" como herramienta y no como fin. Seguimos apostando por una educación memorística, poco reflexiva, más de cantidad que de calidad, orientada a una economía estatalista donde se inocula el virus del "opositor concienzudo", lo cual no indica que el sistema esté formando buenos profesionales sino que apuesta por el modelo que asegure un puesto de trabajo de por vida sin posibilidad de cambiar, de reinventarse, de interactuar con otros sectores de la economía productiva. Esto se traduce en un gran peso económico para el estado, algo que, por desgracia, en las próximas décadas solo se podrá mantener por el creciente endeudamiento.
Tal vez es hora de replantearse el modelo apostando por otros tipos de valores que saquen más las habilidades, las capacidades, las competencias de cada alumno y abandonar gradualmente la educación basada en moldes rígidos que no hacen sino encorsetar el talento y obviar las múltiples capacidades que puede tener un alumno a lo largo de su escolarización. La clave siempre estará en valorar que cualquier talento es digno y que todas las competencias son necesarias para generar una sociedad mucho más equilibrada y preparada para soportar los retos que en materia social y económica se nos plantean en este siglo XXI.
Es hora de explotar burbujas, de exponer a los niños y jóvenes a una realidad y no a una mera ficción azucarada. Es necesario mostrarles que si no se comen el mundo, el mundo se los comerá a ellos; que lo digital ofrece mil oportunidades siempre que sea utilizado de forma inteligente; que la mayor alienación es ser esclavos de las redes y del consumo, pues nos roban la posibilidad de pensar, de comunicarnos e incluso de aburrirnos. El aburrimiento está muy denostado hoy en día; vivimos en medio del ruido, de las prisas, del estrés. Sin embargo, las ideas más brillantes son fruto del aburrimiento y de uno de los más grandes tesoros perdidos en las más profundas simas de nuestra sociedad: el silencio.
La educación y las lecciones de un viejo coronel
Juan A. Flores Romero
Ya es hora que alguien haga un poco de justicia a José Cadalso, autor de Cartas Marruecas, uno de los textos de referencia del siglo XVIII español y de la mentalidad ilustrada. Y hacer justicia a Cadalso no es cortarle la cabeza cada vez que oímos el título de su obra más célebre. Quizá no fue el más afortunado, pero a veces a los autores les invade la extraña sensación de titular un libro con lo que les sale de su mente obtusa, en el sentido más literal de ese calificativo. Pensé en titular este artículo "la educación de la España ilustrada", pero he decidido mostrar un poco de respeto a este coronel ilustrado que dio su vida por sus ideales y que hoy bien se lo podrían disputar los distintos partidos políticos como ejemplo a seguir. El respeto del que hablo viene de entender que, si bien Cadalso amaba a su país, no entendía cómo un pueblo puede ser tan obstinado a la hora de aceptar que el mundo se mueve y de que la mejor opción no es permanecer parados. La educación de la España ilustrada sería una contradicción en sí misma, pues si algo se vio con más recelo en este país fue intentar dotar a sus "súbditos" de la formación más adecuada para engrandecer su nación, es decir, de la luz necesaria para emprender la senda del progreso.
En un pueblo iletrado, acostumbrado a obedecer mucho y reflexionar poco, apegado más al poder de las "caenas" que a las fuentes de la sabiduría, el pensamiento crítico y el progreso, es imposible avanzar por la senda del emprendimiento y la innovación. Ya hablaba Cadalso hace doscientos años sobre el atraso de las ciencias en España y la falta de protección en la que se hallan sus profesores, y digo palabras textuales, a lo que yo añadiría, "siempre puestos en tela de juicio cada vez que se atreven a innovar o a entender que es necesario ajustar los planteamientos educativos a las demandas de cada época". Cada periodo requiere sus metodologías. Cartas Marruecas hace hincapié en la falta de estímulo que existe para que se produzca un desarrollo significativo en el campo de la educación. En sus palabras se deja entrever la falta de estos sanos estímulos tan necesarios para progresar. "Pero yo te seguro, Ben-Beley, que si señalasen premios para profesores, premios de honor, o de interés, o de ambos, ¡qué progresos no harían! Si hubiese siquiera quien los protegiese, se esmerarían sin más motivo positivo; pero no hay protectores". La última frase suena lapidaria. "Pero no hay protectores". Quiere decir que el problema de la falta de motivación para entender la educación como un terreno vivo y apasionante es la falta de estímulos que a veces pasa por rebajar la sobrecarga burocrática a la que está sometida el profesorado y que hacen que se detengan más en informar sobre el papel acerca de las características del alumno, las peculiaridades del currículo adaptado a ese alumno, anotando un sinfín de claves que corresponden a distintos ítems, sometiendo al profesorado a una sobrecarga administrativa y dejando en un segundo plano la intervención real con ese alumno que está necesitado de metodologías distintas para su correcto aprendizaje.
En esta obra del XVIII, José Cadalso rezuma una crítica brutal al entramado sociopolítico de este país, el verdadero origen del mal, y la garantía de que España siga siendo un país de iletrados al servicio de un "estado de cosas" que pocos quieren cambiar, unos por interés, otros por miedo y otros por mero servilismo a la causa. Porque, ¿no es la sociedad el resultado de su propia educación y no está condicionada esta por los valores y contravalores de la sociedad? Tal y como apunta Cadalso en una carta de puño a Ben-Beley, "querer que una nación se quede con sus propias virtudes y se despoje de sus defectos propios para adquirir en su lugar las virtudes de las extrañas, es fingir otra república como la de Platón". Gran sentencia para retratar una sociedad que busca presentarse como algo que no es. En el ámbito educativo, todos tenemos que asumir el gran reto y la enorme responsabilidad de entender qué papel nos toca jugar en la misma. Las familias han de dotar a sus hijos de rudimentos éticos que hagan posible que el alumno pueda entender que la persona que le acompaña no es un mero inquisidor, funcionario, consejero o cuidador, sino un profesional que ha sido formado en su materia para hacer que sus hijos puedan dotarse de conocimientos, destrezas y un pensamiento crítico para enfrentarse a una sociedad cada vez más exigente. Si el padre es un mero aliado de este hijo, estaremos fracasando en los planteamientos. El alumno no es un igual con respecto a sus padres ni a sus profesores. Y estos últimos tienen una autoridad -en el buen sentido de la palabra- otorgada por sus años de estudio y su continua formación. Por su parte, todo educador-enseñante debe ser un profesional cualificado que entienda que las personas que está formando están a su cargo y es responsable de las mismas, así como de su formación, su inserción social y su motivación... Estos profesionales han de estar motivados y en contacto con unos padres que entiendan que esta labor está dotada de un valor intrínseco inmenso.
El problema, en muchas ocasiones, es que no vivimos en la república de Platón - ¿quizá afortunadamente?- y todos somos conscientes de que las ideas son paradigmas a los que todos tenemos que tender aunque sea por pura responsabilidad ética. La realidad es bien distinta. Padres hiperprotectores, niños poco acostumbrados a aceptar normas y un profesorado que pivota entre la desmotivación y la mediocridad a la hora de hacer frente a los retos que plantea un sistema educativo que ya no responde a las demandas de una sociedad cambiante, no solo en el aspecto tecnológico sino más bien metodológico. El docente necesita práctica, estar en contacto con alumnos desde el periodo de formación universitaria. José Cadalso decía, aplicado a las milicias, "¿tenéis por cierto que se pueda ser un excelente soldado sin haber visto más fuego que el de una chimenea...?". Pues eso. Hay que curtirse en mil batallas para conseguir que el futuro docente sea consciente de aquello a lo que se enfrenta no solo en las aulas, sino fuera de ellas, en la sociedad misma, en las instituciones, en los medios de comunicación, en su vecindario. El docente ha de tener una preparación psicológica para afrontar situaciones complicadas en las que se va a poner en tela de juicio su labor; lo importante es ser un profesional que trabaje desde la "consciencia" y la "intencionalidad" y no dejarse llevar por lo que otros quieren que seamos. Nunca llueve a gusto de todos y no podemos actuar como aquel padre y el hijo que llevaban una bestia e iban turnándose a lomos de la misma en función de lo que le decían los caminantes con los que se encontraban. Sí, eso lo podéis leer en El conde Lucanor, un buen ramillete de situaciones en las que seguro nos vamos a enfrentar en la vida. O como apunta Cadalso, casi al final de su célebre obra, "no es fácil saber cómo ha de portarse un hombre para hacerse un mediano lugar en el mundo. Si uno aparenta talento o instrucción, se adquiere el odio de las gentes, porque le tienen por soberbio, osado y capaz de cosas grandes. Si, al contrario, uno es humilde y comedido, le desprecian por inútil y necio. Si ven que uno es algo cauto, prudente y detenido, le tienen por vengativo y traidor. Si uno es sincero, humano y fácil de reconciliarse con el que le ha agraviado, le llaman cobarde y pusilánime...". Pobres almas las que se sirven de sus vidas para juzgar a las ajenas. Pero es esta la realidad que nos envuelve, no solo en la educación sino en muchos ámbitos de nuestra existencia.
La máxima que habría que seguir es intentar sacar lo mejor de cada individuo, respetando su peculiaridad y entendiendo que es el verdadero sujeto de la educación, que tanto docentes, padres o instituciones somos agentes y acompañantes en ese proceso formativo. Y que finalmente cada uno de estos sujetos debe entender que vive en un universo en el que le tocará desempeñar una función y que por ello debe aprender a razonar, escuchar, respetar, valorar,... las aportaciones de los demás sin entrar en juicios rápidos o reflexiones simplistas. Si no conseguimos esto habremos fracasado en nuestra labor como agentes y nos habremos convertido en meros cuidadores de unos vástagos que han de seguir la senda de una sociedad que les propone continuamente paradigmas contrarios: el prejuicio, el engaño, la picaresca, es decir, todo aquello que ya los ilustrados del siglo XVIII criticaron tan duramente y que son el germen de lo que nos carcome como ciudadanos. El cainismo es fruto de una educación poco efectiva, del fracaso de unos valores que deben ser consensuados como sociedad al margen de que cada familia quiera dotar a sus hijos de unos valores morales, religiosos o políticos concretos. Hay unas líneas rojas que no deben sobrepasarse en educación y que son responsabilidad de la nación soberana por medio de sus representantes. A partir de ahí podemos construir distintos modelos y seguir infinitas metodologías.
Si uno quiere contemplar un reflejo de lo que somos como sociedad que se asome a los clásicos del siglo XVIII. Y, concretamente, os animo a leer Cartas Marruecas. Vais a descubrir que solo exponiendo nuestras vergüenzas podremos progresar como sociedad; que no nos podemos vanagloriar de nuestro crecimiento en Europa cuando hemos aumentado nuestra deuda, que no podemos presumir de buenos creyentes cuando obviamos las auténticas enseñanzas de la Biblia, que no podemos pretender una paz social cuando basamos nuestro discurso en el "yo" y el "otro",... Es necesario reflexionar y obtener conclusiones propias, sin pretender ir por la vida enseñando moral, sino simplemente invitando a reflexionar para que cada uno sea capaz, con su inteligencia, de llegar a una conclusión que contribuya a esa transformación colectiva que necesita nuestra sociedad. El destino de una nación no lo determina un himno ni una bandera sino la voluntad y el trabajo de sus ciudadanos. José Cadalso no fue un escritor de despacho. Fue coronel y murió en el gran asedio de Gibraltar; un hombre de acción con una mente brillante, obsesionado con cambiar un mundo que se rompía en pedazos, un hombre que llamaba mérito al conjunto de un buen talento y un buen corazón, y que habló del respeto, de la ambición y de la humildad. He tomado nota literal de una de sus citas, "el hombre grande nunca es mayor que cuando se baja al nivel de los demás hombres". Una frase que recoge toda una filosofía de vida y que, sin duda, fue fruto de una educación esmerada.
La formación de nuestros alumnos es un reto que aún se nos plantea como país y que no depende tanto del cambio de leyes educativas sino de un auténtico pacto de estado que implique solidez, seguridad y durabilidad, y que sea el resultado del debate y las aportaciones de todos los agentes implicados en este proceso. No puede haber transformación en una ley de despacho y con propuestas meramente interesadas por parte de grupos de presión. El consenso es fundamental en este reto colectivo tan necesario y urgente. No podemos quedarnos parados en guerras intestinas mientras el mundo cambia a pasos agigantados, debatiendo sobre el sexo de los ángeles, mientras nuestro entorno viene apostando por un uso práctico de nuestra lengua, por un pensamiento crítico, por la apertura a realidades culturales distintas con las que estamos conviviendo, por nuevos modelos de intercambio, por una renovación energética, por el sostenimiento del medioambiente, por audaces apuestas comerciales y empresariales,... Dejemos de ser esa nación de lazarillos y truhanes para alcanzar el lugar que nos corresponde en el mundo. Y ello pasa por ser conscientes de los retos educativos con los que nos enfrentamos en un mundo que debe pasar necesariamente por "la adaptación al cambio" y "la responsabilidad en el uso y disfrute de los bienes del planeta".
Aula 42, la revolución del aprendizaje
Juan A. Flores Romero
No creo que existan muchos docentes que a día de hoy no hayan escuchado o puesto en práctica el ABP (Aprendizaje Basado en Proyectos). Sí, esos que nos han llevado días y días en preparativos para ofrecer a nuestros alumnos una semana de proyectos que muchas veces son mal entendidos por las familias y por ellos mismos. "Es una semana para no hacer nada" o "ahora no hay clase" o "vamos a estar una semana sin estudiar". Y es que el alumno y todo el sistema educativo tiene muy interiorizado que el aprendizaje está relacionado con la asimilación de contenidos, en tediosas clases, en infumables purgatorios de gramática o de trigonometría,... Estamos aún en la vorágine de un sistema basado en la evaluación basada en la cantidad de conocimientos que somos capaces de deglutir sin apenas masticar. El currículo es demasiado extenso, las programaciones contienen infinidad de temas, de apartados, de ejercicios,... que impiden o dificultan hacer otra cosa que no sea seguirlo a pies juntillas. La era de la información nos ha instalado en la sobresaturación de contenidos que, rara vez, se traducen en aprendizajes significativos.
Tal vez tendríamos que pararnos a analizar si aquello que estudiamos está siendo interiorizado, si realmente esos conocimientos los estamos integrando en problemas concretos de nuestro día a día. Desgraciadamente no es así. También son muchos los docentes que se empeñan en pensar que no se puede hacer de otra manera, porque las pruebas externas siguen diseñándose bajo patrones clásicos basados en la cantidad de conocimientos ingeridos (que no digeridos). Es alarmante comprobar cómo hay alumnos que obtienen una buena calificación en lengua sin apenas destrezas lingüísticas para expresarse de manera fluida de forma oral o escrita. O cómo al llegar a la universidad son incapaces de exponer un tema. Seguro que el día que alguien se preocupó en enseñarles cómo se hacía un debate pensaron que estaban perdiendo el tiempo, quizás porque era mucho más importante memorizar todos los nexos de las subordinadas adverbiales.
Después de haber dado un repaso crítico a esta escuela que reivindica una actualización a los nuevos tiempos, comenzando por los modelos de pruebas externas que dejan poco espacio para la evaluación por competencias, paso a mencionar uno de los proyectos que más han estado sonando en el panorama escolar, sobre todo de los países latinoamericanos. En cierta ocasión asistí en Salamanca a un Congreso Internacional de la Lengua, clausurado por los reyes de España, y con la asistencia de numerosas personalidades del mundo académico, del periodismo, de la literatura, de las artes,... Allí tuve la sensación, asistiendo a algunas de las ponencias, que muchos centros del continente americano nos están tomando ventaja en el terreno de las innovaciones educativas. Me sorprendió la facilidad y la juventud de algunos de los participantes, su fluidez como conferenciantes, su claridad de ideas,... quizá fruto de un sistema de enseñanza más enfocado a la adquisición de destrezas y de conocimientos aplicados y no tanto orientado al almacenamiento de información en nuestro cerebro. Hoy en día esa función ya la suplen ordenadores de última generación. Aunque soy partidario de una base sólida cultural, basada en parte en un irrenunciable aprendizaje memorístico, me resisto a que gran parte del aprendizaje se quede solo en eso. Nos estaríamos perdiendo toda la riqueza que supone procesar esa información con las herramientas humanas y tecnológicas que existen a nuestro alcance.
Aula 42 es un proyecto basado precisamente en esa necesidad de trabajar con la base de un proyecto compartido. El ámbito laboral nos exige cada vez más una formación orientada a la gestión de equipos, al trabajo colaborativo, al desempeño de roles, a la asunción de liderazgos,... Todo ello se consigue con proyectos que dan al alumno la posibilidad de participar en la construcción de su propio modelo educativo. Un espacio orientado al debate, a la reflexión, a la participación, a la toma de decisiones, donde el rol del alumno no es meramente pasivo, como en el modelo tradicional, sino que es totalmente activo y corresponsable, siempre partiendo de que ya han ido adquiriendo destrezas más básicas especialmente en Primaria.
Ya no es solo el profesor el que debe velar por un desarrollo óptimo de ese modelo sino que es el alumno el que va adquiriendo roles que le hacen gestionar su propio proyecto. Ya son muchos los colegios que apuestan por una educación basada en el ABP (Aprendizaje Basado en Proyectos) y que no deben sustituir, al menos de momento, otras estrategias de aprender en el aula. Cualquier cambio que suponga una ruptura brusca y no tenga un recorrido mínimo en el tiempo está abocado al fracaso.
Para los que tengáis curiosidad, podéis consultar este enlace que hace un desarrollo esquemático por los principios que rigen este interesante proyecto que ya es una realidad en muchos colegios de Latinoamérica y que está comenzando a introducirse en España.
https://aula42.org/abp.html
Suspensos en Religión
Juan A. Flores Romero
En la prensa de hace unos días leía un artículo sobre la necesidad de alfabetizar religiosamente a nuestros alumnos. Es cierto que la religión ha perdido protagonismo en nuestro país, que mucho de lo que queda de ella se ha reducido en algunos círculos a meras reivindicaciones culturales folclóricas. El sentido religioso se está perdiendo en las familias, en las escuelas, en los medios,... Incluso se ofrece al espectador como algo peyorativo. Las cruzadas, la inquisición, la yihad, la exención de impuestos municipales a templos de una u otra confesión,... Desde la Revolución Francesa, allá por 1789, la sociedad ha perdido sus raíces religiosas. En Europa siempre hubo un debate intenso entre confesiones. Hasta el siglo XV, el Islam había supuesto una amenaza para la Europa Occidental. Hasta el siglo XVII para la Oriental. La batalla de Kahlenberg, a las puertas de Viena, dio al traste con los sueños expansionistas del Islam otomano, que pretendió conquistar el corazón de Europa. Entre tanto, católicos y protestantes habían moteado de conflictos toda la Europa cristiana. Y, por su parte, los judíos habían sufrido pogromos o intentos de exterminio masivo en muchos puntos del continente, acusados de asesinatos rituales, de propagar la peste o de especular con el dinero de los cristianos. Con este panorama, no es extraño que hoy en día se interprete la religión como un aspecto peyorativo de la sociedad. El hombre ha sido liberado de la caverna de la fe, podríamos pensar. Sin embargo, es un error juzgar el pasado con las claves del presente. Es obvio que la sociedad ha sufrido un proceso de secularización y que todas las estructuras del estado han ido encaminadas a relegar a la religión a un segundo plano, al plano de la vida personal o familiar. Desde hace décadas, en muchos estados no se subvenciona la clase de religión. Está fuera del horario escolar, del currículo oficial y la pagan los propios padres o forma parte del proyecto de centro, en caso de los colegios afines a alguna confesión religiosa.
Sin embargo, la religión sigue siendo una realidad que envuelve a la sociedad actual. En muchos países del planeta, el Islam se erige en credo y ley. Irán, Arabia Saudí, Indonesia... y hasta la laica Turquía tienen en su credo la base misma de su ley y de su vida cotidiana. Miremos a cualquier barrio de la periferia de París, de Bruselas o de Berlín; la vida gira alrededor de la mezquita. En el mundo cristiano no sucede un tanto de lo mismo ya que tiene más asumido el proceso de secularización que ha experimentado su modelo social desde las revoluciones burguesas del siglo XIX. Sin embargo, son muchas las familias que viven bajo una fuerte presencia de la fe y de las normas religiosas. Tal vez no todo el mundo distinga entre un piadoso judío del partido Neturei Karta en Israel, que apuesta por la eliminación de este estado por considerarlo indigno y por entender que solo el mesías traerá consigo el nuevo Israel, de un judío asimilado o ateo que cree que la ley de Moisés no es sino un conjunto de patrañas y supersticiones que un pueblo ha ido extendiendo y engordando a lo largo de la historia pero que defiende con su vida la permanencia de un estado que, por definición, solo se puede justificar como un espacio religioso para el judaísmo.
La cuestión es si la sociedad es consciente de todo esto o si realmente el sistema educativo debiera contar con las herramientas para formar a sus alumnos en el "hecho religioso", dándoles a conocer no necesariamente las bondades de las religiones sino situarlas en un contexto social y cultural para entender su presencia viva en muchas sociedades, y más aún cuando vivimos en un mundo globalizado en el que se nos vende que las religiones (y no tanto el petróleo o el control de los recursos naturales) es la fuente de guerra y desajustes entre las naciones.
Por la salud de nuestras sociedades, creo que urge un pacto de estado en materia religiosa para intentar ofrecer al educando una oportunidad de contactar con la realidad religiosa que nos circunda y entenderla desde las claves del respeto, la aceptación y el enriquecimiento mutuo y no desde la desconfianza, la ignorancia y el exclusivismo. El conocimiento del "otro" se basa muchas veces en clichés y en la falsa idea de introducir a todos los individuos en el mismo saco. Ignorar la realidad religiosa es un error y solo conduce al desconocimiento de una de las dimensiones de la persona que más presente sigue estando en el mundo. El auge de los estados laicos no merma la presencia de la sensibilidad religiosa en tradiciones, sentimientos y otras manifestaciones propias de las personas y de las sociedades en las que viven. La ausencia del debate religioso en los medios de comunicación, tan saturados de intereses políticos y económicos, no destierra en absoluto la dimensión religiosa tan presente en nuestro calendario, en nuestra arquitectura, en nuestros valores y en la esencia misma de nuestra condición de ciudadanos europeos. Entender el mundo en el que vivimos y sus raíces históricas pasa por un acercamiento desde el mundo educativo a la realidad de la fe y su expresión en el arte, la literatura, las fiestas. Apostar por una sana convivencia con otros credos supone un conocimiento de sus principios y valores que, en cierto modo, son también patrimonio de las sociedades en las que hemos querido fundar nuestro modelo actual de convivencia.
ATRAPADOS EN LA RED:
RETOS VIRALES MORTALES
JUAN A. FLORES ROMERO
Juego de la muerte, Mataleón y otras denominaciones hacen referencia a una fiebre entre nuestros adolescentes por ganar unos likes. En los últimos tiempos está proliferando entre los menores un rosario de juegos peligrosos cuyo único objetivo es impactar en las redes sociales, ganar popularidad o tener ese minuto de inmortalidad que todo hijo de vecino quiere experimentar. Peleas, collejas, saltos peligrosos, ingesta de elementos tóxicos,... Hace unos días nos ha llegado que varios niños grababan a otro que se prestaba a someterse a un peligroso juego que consistía en prestarse a un proceso de asfixia el cual culminaba con la inconsciencia del que se prestaba a ser "macabro protagonista" con la única finalidad de grabarlo y colgarlo en la redes sociales. ¿Qué estamos creando los adultos al permitir o ignorar este tipo de cosas? ¿Realmente podemos decir que las toleramos? Quizá lo hacemos en el momento en que dotamos a nuestros vástagos de un móvil para que nos dejen en paz y les damos vía libre para que lo utilicen sin ningún tipo de límites. Este artilugio es un arma muy peligrosa para unas mentes que aún están formándose y una herramienta para denigrar, acosar o ridiculizar a sus semejantes, quienes muchas veces optan por mantenerse en silencio por miedo a represalias o por sufrir incómodas etiquetas que arrastrarán toda la adolescencia.
Aquello que llega a los medios de comunicación constituye la punta del iceberg de todo lo que está ocurriendo. Hay muchas situaciones diarias en las que los jóvenes son sometidos a grabaciones, comentarios despectivos, bulos,... sin que padres y educadores lleguen a enterarse. Muchos adolescentes lo sufren en silencio por temor a que estas personas puedan someterlos a intimidación en lugares de ocio comunes o simplemente en los patios de los colegios. En esta época, hemos hecho de la crueldad un peligroso pasatiempo.
El rol que debemos desempeñar los adultos en estos casos es acompañar, velar por la seguridad de esos niños y adolescentes acosados y no relativizar el hecho. También intervenir cuando existan evidencias sin ignorar que hasta los adolescentes más crueles están protegidos por la ley del menor. Expresiones como "se lo ha buscado" o "todos hacen lo mismo" o el manido "fue un lamentable accidente" no pueden constituir la muletilla para sacudirnos el problema de encima e ignorar las graves consecuencia de estas acciones. Las vías de solución de tan serios problemas se antoja harto difícil. Muchas veces no se puede averiguar el origen de un bulo o de un proceso de acoso mediático. Pero sí se puede educar en la peligrosidad de estas conductas que muchos niños toman como un juego, pero que pueden hacer mucho daño.
En una sociedad huérfana de referentes, con una juventud cada vez menos acompañada y en manos de artilugios digitales para mantenerlos entretenidos, se necesitan políticas serias conducentes a educar en valores. Los adultos padres o educadores somos responsables de no relativizar estas actitudes. Nuestra misión es actuar desde la inteligencia, la observación prudente y, en los casos que se requiera, desde una actuación que pueda conllevar sanciones para aquellos que sean responsables de denigrar o acosar a una persona que, en el mejor de los casos, solo cuentan con el apoyo de los amigos o compañeros más cercanos.
Juegos como "mataleón" solo muestran la epidermis del problema. Yo intento asfixiarte, me divierto y hago que miles de "me gusta" proliferen en mi pantalla. Así me sentiré más importante. No necesito mostrar mis habilidades ni aptitudes para conseguir tus likes; tan solo tu morbosa curiosidad. No soy capaz de escribir un relato que deslumbre al tribunal de un concurso literario, ni pintar un cuadro que sea la envidia del instituto, ni grabar un corto que demuestre mis dotes de actor o actriz, ni ganar una medalla tras un duro año de entrenamiento y de madrugones para asistir a partidos aunque sea para jugar unos minutos y charlar con mis compañeros de banquillo. Es más efectivo ser un líder en redes sociales. Hoy la popularidad se mide en "me gusta", la amistad se calibra en "seguidores" y el éxito de un Instagram suele ser directamente proporcional a la estupidez que publiques salvo excepciones que confirman la regla. Es posible que este artículo apenas lo lea nadie, sigo siendo un náufrago en una isla desierta enviando mensajes en una botella. Pero no me importa. Creo que es más útil despertar la conciencia de algún curioso que provocar la euforia de los "likes" entre una masa enfervorecida en torno a la estupidez del día.
Las personas somos al final las que tenemos que gestionar y consumir razonablemente aquello que aparece en las redes. Ya llegó la generación del 5 G, la revolución digital de las pequeñas cosas. El mundo cada vez será más mediático, las relaciones más virtuales. Cada vez estaremos más callados tomando un café con un amigo mientras saturamos las redes sociales para despertar a seguidores que ni siquiera conocemos con un comentario impactante que nos regale un "like".
Recuerdo que hace veinte años ya hablaba a algunos de mis alumnos de la era digital que se nos venía encima cuando internet aún estaba en mantillas. Hoy os puedo decir que el mundo dentro de veinte años no tendrá nada que ver con el de hoy. Ni los ordenadores, ni los móviles, ni la domótica, van a ser igual que lo que manejamos hoy. Todo va a experimentar una gran transformación. Ya hablan de la cuarta revolución industrial con el 5 G como bandera. Lamentablemente, esa generación digital vendrá acompañada de nuevas maneras de denigrar al otro, al diferente. Solo hay una manera de gestionar bien esta nueva generación digital: invertir en educación, en utilización racional y ética de un invento que se nos ha ido de las manos. La tecnología camina a pasos agigantados, pero la ética se ha quedado atrapada en una extraña red que nos atrapa y no nos deja evolucionar como personas.
Tiza y pizarra en Silicon Valley
Juan A. Flores Romero
Fue noticia en varios medios de comunicación hace apenas unas semanas que varios directivos y trabajadores cualificados de Silicon Valley admitieron educar a sus hijos muy lejos de la tecnología que nos inunda desde que nuestros vástagos son capaces de balbucear sus primeras palabras. Es conocido que el móvil, en algunas familias, se ha convertido en regalo de comunión o de cumpleaños y que son pocos los púberes que llegan a Secundaria sin ese curioso aparato entre sus manos. En muchos casos, este mismo artilugio se convierte en una extensión de sus cuerpos y arrebatárselo se puede parecer bastante a la amputación de uno de sus miembros. Es sabido también que el móvil está entre las pertenencias más valoradas entre los adolescentes, si no la que más. Este pequeño "genio de la lámpara" que da acceso a un universo imprescindible para el adolescente ha adquirido un valor como pocas cosas en la historia de la humanidad. Uno puede acceder a amistades, contactos, eventos, información, entretenimiento,... El móvil es la base de datos de muchas personas y una fuente de problemas que nuestros adolescentes pasean inconscientemente en su bolsillo o su mochila. Hoy en día han aparecido conductas inapropiadas e incluso delictivas como el ciberacoso, problemas con las adicciones, especialmente al juego on line, etc. Hemos tenido que inventar términos relacionados con su uso como el ciberbullying, el sexting, el grooming,... Dejamos en manos de nuestros hijos una fuente de problemas de difícil abordaje. ¿Cuál es la solución? ¿Prohibirlos? Me temo que eso sería más complicado que el paso de los combustibles fósiles a las energías alternativas en menos de un lustro. Lo cierto es que esta generación es digital y ha nacido rodeado de esta tecnología; forma parte de su vida desde sus primeros momentos y ¡nosotros somos los únicos responsables de habérselo permitido! Prohibir puede parecer efectivo pero quizá sea fuente de nuevos problemas. Sí, es verdad, los directivos y trabajadores de Silicon Valley lo tienen claro: nada de tecnología, al menos hasta la adolescencia. Pero esto solo es posible si se les ha educado así y no se les arrebata una herramienta con la que han diseñado sus vidas (relaciones sociales, lazos afectivo-familiares, aficiones, ...).
Los centros educativos libran una dura batalla contra su uso inapropiado pues, aunque muchos son los padres que prohibirían su uso en los colegios, no son capaces de negociar con sus hijos unas mínimas normas de uso. En ocasiones, se delega en el ámbito educativo aquello que en el ámbito familiar no se es capaz o no se está dispuesto a solucionar. La escuela se convierte en el eterno cajón de sastre de la larga lista de anhelos de cambio. La lucha orientada a un uso adecuado del móvil y de los dispositivos electrónicos se presenta, pues, dura. En muchos casos, es una batalla perdida. No son pocos los jóvenes que disponen en el aula de una herramienta que, aunque podría ser una fuente de información valiosísima, se utiliza indebidamente para grabar, acosar, violar el derecho a la integridad personal de profesores y alumnos...y cuya repercusión trasciende el mero ámbito escolar.
Las autoridades tampoco hacen mucho por solucionar el tema más allá de apelar a las familias y a los colegios para que pongan remedio antes de que sea demasiado tarde. La tecnología es un universo que nos ha llegado que aún no sabemos encauzar debidamente. Para manejar cualquier herramienta en la vida se necesita formación y una mínima educación en valores. En este caso, pues, queda demostrado la íntima relación entre el progreso y la ética. No es posible dejar en manos de desaprensivos, inconscientes o simplemente personas con nula responsabilidad civil, una herramienta capaz de provocar daños irreparables en las personas por su uso inadecuado.
Hace menos de un mes, un reportaje de El País volvía a incidir en la reticencia de muchos padres inmersos en el mercado de la tecnología de que sus vástagos accedan al mundo digital siendo aún niños. Su apuesta es que lo hagan lo más tarde posible, solo cuando hayan hecho propias otras habilidades y competencias que les van a servir en el futuro y no tan solo la competencia digital que, lejos de hacernos mejores profesionales, tan solo supone una herramienta que no es sino humo si no va acompañado de otras habilidades y destrezas que hagan de la persona un buen profesional.
A continuación tenéis un texto interesante que debéis leer para poder reflexionar luego sobre la conveniencia, o no, de dotar a nuestros pequeños de estas herramientas que, aun siendo útiles, no son garantía de una mayor competencia digital. Está publicado en noviembre de 2018 en www.economiadigital.es:
"Una casa en Silicon Valley en la que no hay televisores instalados. Mucho menos dispositivos tecnológicos de punta. A la hora de la cena, ni la madre ni el padre gastan su atención en el móvil, y en cambio ambos intentan evitar el uso de "smartphones" o "tablets" al menos en presencia de los niños. Las reglas de la casa son tan estrictas que ya han tenido que poner en orden a la niñera, después de que la sorprendieron mientras echaba un vistazo al "feed" de Instagram.
La escena es tan inverosímil que cuesta imaginarla, máxime si la residencia en cuestión se ubica en el núcleo tecnológico del mundo; la ciudad donde nacieron, crecieron y se desarrollaron algunas de las empresas más poderosas del planeta, pioneras de la revolución digital que nos ocupa.
Pero esa casa es real, y es uno de los muchos ejemplos de padres de familia de Silicon Valley que se las ingenian para criar niños analógicos. Por abordar más ejemplos, está también una pareja de inmigrantes que trabajan, una en Apple, y el otro en una startup que fundó después de salir de Google. Pese a existir profesionalmente en la esfera tecnológica, lideran un hogar en el que no hay consolas de videojuegos y el uso del móvil está limitado a 10 minutos... ¡por semana!
Sabemos que en algún momento necesitarán sus propios móviles, pero estamos prolongando ese momento lo máximo posible, explicó la madre, según un informe de Business Insider sobre la tendencia de expulsar la tecnología de las paredes de la casa que asumen cada vez más familias de Silicon Valley. El iPad más reciente que compraron, hace unos cinco años, acumula polvo en uno de los muebles de la sala, mientras que la colección de juegos de mesa vive una popularidad tremenda.
La prevalencia tecnológica en nuestras vidas es un asunto de factura reciente, lo que juega en contra de los estudios científicos, médicos, sociológicos y psicológicos que pueden iluminar sobre los efectos para la salud y el bienestar de tener una pantalla frente a la cara durante el grueso del día. Sin embargo, los escasos estudios que ya conocemos dan un balance negativo sobre nuestra adicción a la tecnología, y ponen en un primer plano los estragos que causa en la infancia.
La dependencia digital del siglo XXI es un hoyo negro al que los adultos entraron sin cuestionarlo, pero es uno de esos errores que muchos adultos no quieren heredar a sus hijos. Una encuesta a unos 900 padres de familia de Silicon Valley reveló que, a pesar de tener gran confianza por los avances tecnológicos, muchos tienen grandes preocupaciones sobre el impacto de estos dispositivos en el desarrollo social y psicológico de los niños.
Algunos comparan la edad de iniciación de los niños en las redes sociales y los móviles con la publicidad de las cadenas de comida rápida, que tiran de productos dirigidos a la población infantil para engancharles de por vida, según estudios realizados en el sector. La lealtad desde la juventud es rentable en cualquier industria, pese a los esfuerzos de las tecnológicas de Silicon Valley para distanciarse de sectores popularmente considerados como nocivos, como es el caso de la "comida basura".
Las tecnológicas saben que cuanto antes se acostumbren los niños y adolescentes a sus plataformas, más fácil será que eso se convierta en un hábito de por vida, dijo a Business Insider uno de los padres de familia de Silicon Valley, ex empleado de Google, que considera que no es una coincidencia que la empresa haya logrado ingresar en las escuelas productos como Google Docs, Google Sheets y Google Classroom, además de los ordenadores para estudiantes Chromebook.
Los altos ejecutivos de estas compañías entienden este peligro mejor que los mortales. Steve Jobs, el difunto fundador de Apple, no permitía a sus hijos usar los iPads que fabrica su compañía. El nuevo consejero delegado de la empresa, Tim Cook, prohibió a su sobrino suscribirse a cualquier red social. Y el fundador de Microsoft, Bill Gates, restringió a sus hijos el uso del móvil hasta que tenían 14 años. Algunas buenas razones tendrán para no dejar entrar a casa los productos que inflaron sus fortunas en primer lugar(...)".
La generación de los deseos
Juan A. Flores Romero
"Educad a los niños y no tendréis que castigar a los hombres". Es una máxima atribuida a Pitágoras. Muchos han sido los pedagogos y filósofos que han venido tratando este tema tan complejo, sobre todo por la sobredosis de información contradictoria a la que estamos sometidos y al caso que hacemos a unos gurús que, con cierta frecuencia, no han pisado las aulas y han experimentado las realidades de niños y jóvenes de manera circunstancial. Lo cierto es que hoy una parte de la juventud vive presa de un modo de vida que nos ha inoculado la sociedad consumista en la que vivimos inmersos. Consume música, cultura, también alcohol o drogas. Hagas lo que hagas... consume. Hasta la ideología es objeto de consumo: toma un eslogan, no pienses, solo siente. Nosotros ya pensamos por ti. Queremos hacerte vibrar, que olvides tus problemas reales. Asistimos a una ebullición del educando como objeto y no como sujeto de su propia educación. Se intenta anular la capacidad crítica, se trazan líneas muy marcadas entre el bien y el mal absolutos cuando hemos sido educados en un relativismo sin precedentes. Cualquier cosa es un producto diseñado para consumir, en muchos casos ideas recalentadas o modas absurdas. ¿Quién dijo que un trozo de plástico que gira impulsado por los dedos no puede ser un objeto del consumo? El spinner hizo furor entre los más jóvenes hace unos años, mucho más que complejos vídeojuegos o el último libro de Federico Mocchia. Hoy queremos dárselo todo a los niños como si la vida fuese un gran banquete: educación musical, idiomas, educación plástica, y hasta modas estúpidas... sin darles tiempo para que digieran lo aprendido o vean el sentido de ese aprendizaje. No les regalamos tiempo para vivir y para interiorizar lo vivido. Los sometemos a la dictadura del consumo, del deglutir sin apenas masticar y, lo que es peor, sin saber para que sirve o cuál es la finalidad de lo aprendido. Estamos creando,pues, una sociedad de niños estresados emocionalmente, que se resisten a llevar su mochila tras las clases en el colegio, que buscan demasiado el aislamiento físico que proporciona la tecnología, que desean todo cuanto ven en cualquier medio publicitario, que son conscientes de que a un solo clic pueden tener al otro lado de la puerta aquello que en anteriores generaciones ni tan siquiera soñábamos.
La educación afectiva sexual también se convierte en objeto de capricho. Yo deseo satisfacer mis instintos, quiero que la otra persona me diga "sí" y que pueda controlar sus pasos como los movimientos de un personaje de vídeojuego. El control que muchos adolescentes ejercen sobre sus parejas es realmente preocupante. ¿Dónde has estado? ¿Con quién? ¿Qué contactos tienes en tu móvil? La desconfianza es directamente proporcional a las inseguridades y a la baja autoestima que tienen en muchos casos debido a una educación basada en la sobreprotección y en una sobredosis de estímulos que pocas veces se transforman en conocimientos significativos . El acceso demasiado temprano a la pornografía está destruyendo el concepto afectivo sexual de personas aún inmaduras que más que una sana relación buscan el control absoluto sobre sus respectivas parejas. Esa "educación" mediática inadecuada es la única que están recibiendo, pues en el sistema educativo este aspecto está claramente descuidado y pocos padres son receptivos a hablar abiertamente de estos temas con sus vástagos. Muchas son las formas de hacerlo y pocos son los que se ponen de acuerdo. Son los archivos de contenido altamente erótico los que están bombardeando las retinas de niños que apenas sobrepasan la pubertad y que entienden la sexualidad como un mero entretenimiento y como un medio de autosatisfacción. Y hay estudios al respecto que demuestran que esta es la única información que reciben los menores y por canales que no son los adecuados, al menos para su edad. Quizá por esto, tenemos entre nuestros jóvenes algunos que muestran un concepto de sí mismos que se basan en la relación dominador-dominado. Las redes están contribuyendo a hacer estragos en este tema ya que la mente de estos adolescentes, y en algunos casos niños, aún no está en proceso de formación.
La sociedad de los deseos ha venido de la mano de un consumismo extremo. La deuda forma parte de la familia, el consumo es un requisito para estar en el mundo. Uno no se define ante los demás por lo que es sino por lo que tiene. Eso ya es viejo. Recuerdo algún libro de Eric Fromm que leí hace tiempo sobre el ser o el tener. Aun así, hoy en día el materialismo adquiere dimensiones desconocidas ya que los avances tecnológicos aplicados a la vida cotidiana hacen que consumamos a un ritmo mucho mayor. Devoramos información sin apenas comprobar su veracidad y nos atrevemos a juzgar a partir de los treinta segundos que hemos dedicado a leer una noticia en nuestra página de Facebook. Todo esto nos lleva a ser una sociedad acrítica, que intenta engullir todo lo que publicamos en la red sin siquiera comprobar su veracidad o sin ser conscientes de lo que verdaderamente nos aporta. Cada vez más escritores noveles quieren abandonar la vieja idea de editar y publicar un libro, más allá de la autosatisfacción que causa ya que han encontrado en las redes una manera más efectiva de ser leídos y juzgados. Si el Quijote se hubiese escrito en el siglo XXI hubiese tenido que contar con la aprobación de sus seguidores y el pobre Cervantes hubiese tenido que abandonar en el capítulo tres una obra que, de otra forma, le hubiese catapultado a la fama universal. En nuestro mundo, el arte y la creatividad necesita la aprobación de un público en tiempo real. Lope de Vega y Quevedo hubiesen tenido que probar su ingenio como bloggers y Góngora le hubiese tenido que echar un par de narices para conseguir igualarlos en número de seguidores.
Mientras no pongamos filtros a aquello que consumimos estaremos creando una sociedad superficial, exenta de valores sólidos y estaremos exponiendo a nuestros hijos a un bombardeo constante de información que lejos de educarles les va a convertir en seres pocos críticos con una sociedad que les expone continuamente a la dura prueba de sobrevivir como seres únicos e irrepetibles dotados de una intrínseca dignidad.
¿QUIÉN TIENE LAS CLAVES DE LA EDUCACIÓN?
Juan A. Flores Romero
En estos días contemplamos cómo una legión de modelos educativos proliferan en la sociedad. Educación a la carta, paradigmas varios; seleccione opción y pulse intro, por favor. Permisivos, abiertos, cerrados, religiosos, laicos,... Los padres y educadores forman un conglomerado social que se dedican a formar a cada niño para que pueda desenvolverse lo mejor posible en la vida. Salvo casos de personas desequilibradas o malvadas, siempre se suele buscar lo que pensamos que es lo mejor para nuestros educandos. Lo que vamos modelando en las familias, llega en pocos años a los colegios. Ahí, esos niños se mezclan con otros de su especie, descubriendo que cada uno de los que nos rodean forman un conjunto de perfectos desconocidos, muchas veces con valores opuestos o, al menos, con notables diferencias en la manera de percibir el mundo. Esa es la pluralidad que nos ha traído la libertad de conciencia que se desarrollo desde la Ilustración y que en España apenas disfrutamos hasta épocas recientes. En ese camino de años eternos deambulando por las aulas se mezclan el éxito, la ilusión, el fracaso y la desmotivación. Algunos solo ven en la escuela un inexplicable requisito para no ser convertido en un desecho del sistema. Otros, en una oportunidad para el éxito social.
El mundo del siglo XXI poco se parece a aquel que precedió a la caída del muro de Berlín. Ahora no existe un conjunto de dogmas monolíticos que seguir. Se acabaron los bloques, los sistemas monolíticos,...Uno siente como quiere, piensa como quiere, cree en lo que quiere. Proliferan las asociaciones, los grupos de terapia, las dietas veganas, los fans de Yuval Harari, las legiones de runners. Hay incluso, hombres y mujeres que buscan recuperar una cierta espiritualidad que la vida se llevó en la vorágine de una sociedad de mercado que oferta infinita formas de ser, de pensar y de sentir a un módico precio.
La educación hoy se ha convertido en un asunto complejo pues cada familia tiene unas expectativas puestas en la escuela. En el siglo XXI, la escuela ni siquiera es considerada la clave de la educación. Ahora educa la calle, internet, la telebasura. Dame un título, que yo ya me buscaré la vida. ¿Sigue siendo la escuela una experiencia única de educación y socialización? ¿Ha pasado a ser un residuo o un requisito, a veces molesto, de lo que las familias desean para sus hijos? ¿Ofrece hoy la escuela salidas reales para las demandas de unas generaciones que no buscan lo mismo que aquellos que pasaron las aulas hace veinte años? ¿Son los padres conscientes de que muchos profesores solo desean educar lo mejor posible a sus hijos? ¿Se sigue valorando el valor del educador o se cuestiona su trabajo continuamente? ¿Es la familia consciente de su papel educador? La escuela sigue siendo un reto, sin duda, un edificio que se construye lentamente, asediado por caprichosas reformas, utilizado por los arquitectos de la política como fórmula para arañar votos,... La escuela, en definitiva, sigue siendo esa isla sometida a los vaivenes de las leyes, las modas sociales, la mentalidad de la época en la que sobrevive,... A pesar de todo, la escuela siempre formará parte de esa experiencia educativa, una escuela que debe transformarse continuamente para adaptarse a los tiempos reales en los que vive. La escuela nunca podrá ser el candado de la educación, sino el estímulo que todo educando necesita para formar parte activa de una sociedad que le espera.
EDUCAR PARA RECICLAR
Cada día, en cada una de nuestras ciudades, se produce una gran cantidad de residuos derivados de las actividades económicas y domésticas. Estos desechos deben ser tratados de manera correcta para evitar los problemas ambientales que tienen asociados: contaminación, problemas de salud, malos olores y alteración de los ciclos naturales de los animales, entre otros. La excesiva generación de residuos es uno de los problemas más importantes a los que se enfrentan las sociedades modernas.
La cantidad tan ingente de desperdicios que hay que gestionar para minimizar sus impactos ambientales en el medio suponen un reto que requiere de la implicación de cada uno de nosotros. Las administraciones públicas, todos los agentes económicos y sociales, pasando por los colectivos, consumidores y usuarios, deben asumir su responsabilidad en ese asunto. Así, las actuales políticas europeas en materia de medio ambiente abogan por sustituir un enfoque principalmente legislativo por uno estratégico que fomente la responsabilidad compartida y la participación ciudadana, promoviendo la modificación de ciertos comportamientos y hábitos de consumo.
La correcta gestión de los residuos es un requisito imprescindible y prioritario para poder conseguir un verdadero desarrollo sostenible, en el que no esté ligado el crecimiento económico a un mayor consumo de materiales y energía. Para ello, hay que cambiar la visión de los residuos como basura, algo inservible o mero coste, para contemplarlos como recursos que pueden ser reutilizados y aprovechados como nuevos materiales o valorizados energéticamente.
Fuente: Comunidad ISM
El método Montessori
En esta sección sobre educación, propongo conocer algunos modelos educativos interesantes y que han dado grandes resultados allí donde se han implantado. No es necesario copiar nada, solo aprovechar aquello que pueda resultar útil. ¡¡Buena lectura!!
La educación Montessori cubre todos los períodos educativos desde el nacimiento hasta los 18 años brindando un currículo integrado
El ambiente Montessori
El ambiente Montessori es un lugar amplio y abierto, ordenado, estético, simple, real, donde cada elemento tiene su razón de ser en el desarrollo del niño. El ambiente es proporcionado a la medida de los niños, con estanterías bajas y distintas medidas de mesas y sillas donde se sientan los niños individualmente o en grupos. El aula está subdividida en áreas temáticas donde se exponen los materiales y la bibliografía correspondientes y permite una gran libertad de movimiento. Los niños pueden trabajar en grupos o individualmente, respetando, de este modo, su propio estilo y ritmo. Cada niño utiliza el material que elige tomándolo de la estantería y devolviéndolo a su lugar para que pueda ser usado por otros.
El Niño
Para la Dra. Montessori todo educador debe "seguir al niño", reconociendo las necesidades evolutivas y características de cada edad, y construyendo un ambiente favorable, tanto físico como espiritual, para dar respuesta a esas necesidades. El desarrollo del niño surge de la necesidad de adaptarse a su entorno: el niño necesita darle sentido al mundo que lo rodea y se construye a sí mismo en relación a ese mundo.
Materiales concretos
Los materiales Montessori fueron diseñados científicamente en un contexto experimental dentro del aula, prestando especial atención al interés de los niños según la etapa evolutiva en que se encuentran y con la convicción de que la manipulación de objetos concretos ayuda al desarrollo del conocimiento y del pensamiento abstracto.
Estos materiales permiten a los niños investigar y explorar de manera individual e independiente. Posibilitan la repetición, lo que promueve la concentración. Tienen la cualidad de aislar las dificultades, es decir, cada uno introduce una única variable, un solo concepto nuevo, aislándolo y dejando los demás conceptos sin modificar. Los materiales tienen control de error: es el mismo material que le mostrará al niño si lo usó correctamente. De este modo los niños saben que el error forma parte del proceso de aprendizaje, logran establecer frente a él una actitud positiva, se hacen responsables de su propio aprendizaje, y desarrollan confianza en sí mismos.
El Adulto
La maestra Montessori, llamada guía, observa a cada niño, sus necesidades, capacidades e intereses y le ofrece oportunidades de trabajo inteligente, con un propósito concreto al servicio del cuidado de sí mismo y de la pequeña comunidad que es el aula. El objetivo final de la guía es intervenir cada vez menos a medida que el niño se desarrolla. La guía le permite actuar, querer y pensar por sí mismo, ayudándolo a desarrollar confianza y disciplina interior. La guía Montessori no imparte ni premios ni castigos, la satisfacción es interna y surge del trabajo personal del niño.
El Currículo Montessori
Desde el nacimiento hasta los 3 años
Durante los primeros tres años de la vida del niño se sientan las bases para su futuro desarrollo. Montessori denomina a este período como el del "embrión espiritual", durante el cual realiza en la esfera psicológica lo que el embrión realizó ya en la esfera física. Este proceso se logra gracias a la "mente absorbente" del niño que incorpora experiencias, relaciones, emociones, imágenes, lenguaje, cultura, a través de sus sentidos y por el simple hecho de vivir. Estas experiencias de vida dan forma a su cerebro, formando redes neuronales que tienen el potencial de permanecer con la persona toda su vida. En esta etapa del nacimiento a los 3 años, la educación Montessori se concentra en el desarrollo del habla, el movimiento coordinado y la independencia, que le dan confianza al niño, le permiten descubrir su propio potencial y su lugar dentro de una comunidad.
De los 3 a los 6 años
El currículo en el aula de 3 a 6 años se divide en cuatro áreas de trabajo:
- Vida Práctica: son actividades que apuntan al cuidado de sí mismos, de los demás y del ambiente físico que habitan. Las actividades incluyen tareas que le son familiares a los niños: lavar, lustrar, poner la mesa, arreglo de floreros, etc. También se introducen actividades de "gracia y cortesía" que caracterizan a todos los seres civilizados. A través de éstas y otras actividades, se logra coordinación y control del movimiento y exploración del entorno. Los niños aprenden a realizar una tarea de principio a fin, desarrollan su voluntad, su auto disciplina, la capacidad de concentración y la confianza en sí mismos.
- Sensorial: el niño de esta edad aprende a través de sus sentidos más que a través de su intelecto. Los materiales sensoriales son herramientas para que los niños refinen cada uno de sus sentidos ya que cada uno aísla una cualidad particular: olor, tamaño, peso, textura, sabor, color, etc. En esta edad preescolar en la que el niño recibe excesiva información sensorial, estos materiales le permiten encontrar orden y sentido en el mundo, elevan su capacidad de percepción, favorecen la observación y un sentido de admiración por todo lo que los rodea.
- Lenguaje: cuando los niños entran al ambiente a los 3 años enriquecen el lenguaje ya adquirido. Son capaces de usarlo inteligentemente con precisión, belleza, dándose cuenta poco a poco de sus propiedades. Aprenden a escribir partiendo de los sentidos (el oído, el tacto) y, como una consecuencia natural de esto aprenden a leer. Como una extensión de las actividades de lenguaje, los niños aprenden sobre geografía, historia, arte, música. Estas áreas ayudan al niño a conocer el entorno que lo rodea y a despertar la conciencia en el niño del lugar que ocupa en el mundo; los lleva a sentir respeto y amor por su ambiente, y crea un sentido de solidaridad con toda la familia humana y su hábitat.
- Matemática: los materiales ayudan al niño a aprender y entender conceptos matemáticos al trabajar con materiales concretos que lo conducen intuitivamente hacia conceptos abstractos. Le ofrecen impresiones sensoriales de los números y sientan las bases para el álgebra y la geometría.
De los 6 a los 12 años
El Currículo en el aula de 6 a los 12 años presenta una visión histórica, evolutiva e integrada del conocimiento y del desarrollo humano. Incluye cinco Grandes Lecciones o lecciones fundamentales a partir de las cuales se desarrollan estudios específicos en distintas áreas. Las lecciones están diseñadas para despertar la imaginación, la curiosidad y la admiración por la capacidad creativa e innovadora del espíritu humano.
Fuente: Fundación Argentina María Montessori (FAMM).
El síndrome del emperador es un trastorno de la conducta infantil que se manifiesta en forma de desafío, chantaje e incluso agresión a los padres, que han perdido toda autoridad para el menor. Este comportamiento abusivo del niño emperador se puede extender a otros adultos, que pueden formar parte o no de su propia familia.
Desde el punto de vista psíquico, la vida es un tejer y destejer de comportamientos sanos y enfermos. Pero en ese abanico de normalidad y de anormalidad existen muchos matices. Los dos extremos están claros: la locura y la salud mental. Generalmente ambas realidades no se dan nítidamente sino que están difuminadas en el amplio espectro de la conducta humana. ¿Dónde situar en este arco iris de alteraciones psíquicas a los niños con el síndrome del emperador? ¿Cuál es su origen? ¿Cómo evitar esa patología? ¿Cómo actuar con un niño afectado por el síndrome del emperador?
El niño desobediente y travieso
Juanito es un niño de seis años. Sus padres y profesores lo tienen catalogado como "muy inquieto", con una gran dosis de irresponsabilidad, un poco mentiroso y desobediente, y con un rendimiento académico muy por debajo de sus posibilidades. Su actitud ante todo lo que le rodea es de ataque. "No me aceptan, luego los destruyo", parece que pensara. Su postura ante los demás es de enfrentamiento, de desafío. Incluso llega a conductas de auténtico sadismo: hacer sufrir a los animales, golpear sin motivo a los compañeros más pequeños, etc. buscando siempre demostrar su dominio y poder.
Algunos padres, en un intento por normalizar estos comportamientos, lo achacan a la edad o porque "son muy traviesos". Pero existe la prueba del 'algodón' para saber si estos comportamientos son germen de una patología más grave (la psicopatía) o simplemente un momento de la evolución del niño: si no muestra signos de arrepentimiento ante la acción cometida y, por lo tanto, no es consciente del daño que ha podido hacer y además es frío y poco afectuoso, podemos sospechar que esos comportamientos pueden evolucionar hacia el síndrome del emperador.
Estas conductas pueden tener una doble lectura: la necesidad de autoafirmación o la expiación de una gran culpa inconsciente, a través del castigo que lleva anexo la propia acción agresiva. El niño necesita sentirse seguro y no encuentra otra salida que la agresión, la ruptura de las normas. Fantasea: "Cuanto más agreda, más fuerte seré". Por otra parte, la misma conducta rebelde produce la imposición de castigos por el adulto, y de esta forma, el niño podrá expiar sus sentimientos de culpa inconsciente. El proceso es el siguiente: "Soy malo, luego tengo que lavar esa culpa a través de los castigos que me impongan los mayores". Esto lleva a un círculo vicioso: ataca para autoafirmarse y expiar su culpa, y viceversa.
La forma de neutralizar la agresividad, como siempre, no es a través de comportamientos violentos, impositivos, sino a través del afecto. La oscuridad se vence con la luz. El odio se vence con el amor. La guerra se vence con la paz. Por esto, no podemos contestar con una conducta agresiva a la agresividad del niño. Estaríamos echando leña al fuego: la agresión se alimenta con la agresión. Lo que no es óbice para marcar las responsabilidades del niño e imponer un castigo adecuado a la falta que ha cometido.
El niño emperador, ¿nace o se hace?
El síndrome del niño emperador no surge de forma espontánea o como por arte de magia sino que es como un peldaño más del niño desobediente o travieso que puede conducir, en la adolescencia, a la psicopatía o a ser un parásito en la adultez. La verdad es que este desarrollo no es lineal sino exponencial, pasando en poco tiempo de comportamientos medianamente controlados por los padres a situaciones desbordantes: huida de casa o conductas claramente delictivas.
Las cifras son escalofriantes: en España desde 2007 las agresiones de menores a sus padres y abuelos han crecido cerca de un 60%, según datos de las memorias anuales de Fiscalía General del Estado y de los Defensores del Menor de las distintas comunidades autónomas.
Todos estos menores agresores tienen un denominador común: se creen con derecho a todo y sin obligaciones y no les importa los medios para conseguir sus deseos.
Las demandas más frecuentes del niño afectado por el síndrome del emperador son: "dame", "cómprame", "tráeme", y si no lo consiguen desatan toda su ira y agresividad (incluso física) contra sus progenitores, hermanos, profesores o compañeros.
Así relataba María su calvario con un hijo de 7 años: "Ya no puedo más, me siento impotente ante Carlos. Temo reñirle o simplemente decirle que está haciendo algo mal. El otro día, sin ir más lejos, porque no le dejé bajar al parque, porque tenía que hacer los deberes, comenzó a insultarme y me dio una patada que me hizo llorar. Además, con su hermana de cuatro años, siempre está peleando e incluso en ocasiones ha llegado a golpearla. Si le dejo que haga lo que quiera, no hay problema, pero en el momento que le exijo una disciplina responde con insultos o agresiones físicas".
Carlos puede ser un ejemplo de niño que manifiesta el síndrome del emperador. Suelen ser inteligentes. No aguantan la más mínima frustración y a través de la agresividad verbal o física quieren imponer su ley. Son pequeños déspotas, que dan órdenes a los padres, intentan organizar la vida familiar y su comportamiento más frecuente es el chantaje.
A medida que van creciendo, también la posibilidad de manejo se va dificultando: de las pataletas pasan a la agresión física y del engaño o mentiras pasan a conductas claramente delictivas: robos, tráfico de drogas, etc. El niño emperador puede ser el camino inicial hacia una psicopatía con todas sus consecuencias: problemas con la justicia, conductas adictivas, comportamiento antisocial, etc., o bien a convertirse en un parásito, pues estos chicos suelen no tener ni oficio ni beneficio en su adultez.
Además, el niño emperador no tiene conciencia de lo que está mal o lo que está bien, pues carece de valores e incluso no manifiesta emociones de arrepentimiento, pena, perdón, solidaridad, etc. Es como si solamente existiera él y sus necesidades, pero sin tener en cuenta a los demás. El niño afectado por el síndrome del emperador no tiene capacidad de empatía.
Como contrapunto podemos encontrar que los padres son afectuosos, permisivos y defensores de una "falsa democracia" pues quieren ser amigos de sus hijos cuando en realidad son padres. La realidad es que una estructura familiar sana se sustenta sobre "la desigualdad": los padres dictan las normas y los hijos deben cumplirlas. Esto sí amasadas por la comprensión, el diálogo, la negociación y el respeto mutuo. "Lo cortés no quita lo valiente".
El panorama del niño emperador se completa con padres que no saben poner límites a las exigencias de los hijos, o con madres sobreprotectoras y padres ausentes y en familias disfuncionales (con graves patologías en sus progenitores) en los que el mecanismo que predomina es el de negación, como si de esta forma, al no percibir el problema, éste se solucionara por sí sólo.
La pregunta que nos hacíamos al principio de estas líneas sigue en pie: el niño emperador, ¿nace o se hace? ¿Es determinante la estructura familiar (luego se hacen) o la carga genética es la que condiciona estos comportamientos (luego nacen)?
Origen del síndrome del emperador
Simplificando podemos afirmar que existen dos teorías principales: los que ponen el énfasis en la constitución genética y los que postulan como elemento decisivo, en la aparición del síndrome del emperador, la educación.
Vicente Garrido, psicólogo criminalista y profesor titular de la Universidad de Valencia, defiende la primera de las teorías: "Son niños -dice- que genéticamente tienen mayor dificultad para percibir las emociones morales". En definitiva, el síndrome del emperador se caracteriza por la ausencia de conciencia moral. Por eso este tipo de niños mandones y autoritarios puede aparecer en familias bien estructuradas con un comportamiento normal y con unos padres que no son permisivos ni tampoco negligentes.
Por el contrario, Javier Urra, psicólogo de la Fiscalía de Menores del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, en su libro El pequeño dictador, pone el acento en la educación, afirmando que la herencia marca tendencia, pero lo decisivo en los comportamientos humanos es la educación, sobre todo, en los primeros años de vida.
Una tercera vía, en la que me sitúo, aporta un elemento más y considera que el niño es protagonista principal en la elaboración de su propia historia. Es decir, es cierto que en el interjuego de esas fuerzas (familia, escuela, amigos, constitución del individuo, etc.) es donde el sujeto, como canto rodado, va puliendo y configurando su propio estar y ser en el mundo. Pero esto no se hace de forma pasiva, solamente dejándose llevar, sino que cada persona aporta sus propios recursos, posibilidades y límites. Los trastornos comportamentales, pues, no se transmiten genéticamente como el color de los ojos, ni se contagian como el sarampión sino que, dependiendo de todas esas variables (constitución, educación, etc.), cada sujeto elabora las vivencias (afecto, rechazo, agresividad, etc.) de forma sana (salud mental) o de forma enferma (los trastornos comportamentales como el síndrome del emperador).
La inclusión y las nuevas realidades educativas
Juan A. Flores Romero
- En estos días previos a la puesta a punto para el nuevo curso, merece la pena reflexionar sobre la necesidad que existe de percibir que los sujetos activos de la educación, es decir, los alumnos, gozan de características que les hacen únicos e irrepetibles; distintas actitudes, aptitudes, talentos y caracteres que nos recuerdan que hay trabajar de distintas maneras. Sin embargo, el día a día puede mermar la voluntad que muchos docentes ponen en modelar de distinta forma a los alumnos que conforman las aulas. Las ratios excesivas, las problemáticas con ellos mismos, con sus padres, con la organización del centro,... pueden ser obstáculos -en muchas ocasiones salvables- para intentar dotar a cada alumno de herramientas adecuadas a sus cualidades personales. Los sistemas educativos mundiales están superando el modelo pedagógico basado en la revolución industrial -que marca muchos modelos de comportamiento social actual- en el que se pretendía crear un alumnado en serie para que formara parte de la cadena de producción con la sola voluntad de dotar a cada uno de ellos de conocimientos, de crearles una conciencia de masa y, a ser posible, impedir que desarrollasen la capacidad crítica. Eso afortunadamente se va diluyendo a favor de nuevos modelos que buscan no tanto dar respuestas sino armar al alumno con herramientas válidas para solucionar sus propios problemas y hacerlo útil para una sociedad muy distinta a la de aquella que aún se sorprendía cuando veía el humear del ferrocarril por los pardos campos castellanos. Hemos pasado del ciudadano "herramienta" al ciudadano "creativo". Esto es básicamente lo que marca las diferencias en el desarrollo de las sociedades y las economías actuales. No significa que el ciudadano no siga siendo una herramienta del sistema, sino que existe una red de oportunidades a nivel global para mostrar la creatividad y ser más competitivos, tomando como aspecto positivo las peculiaridades y diferentes talentos de los alumnos. Recordemos que no existe bienestar social sin un adecuado desarrollo económico y social. El epicentro del mundo está allí donde se halla el talento.
- Hoy ya no debería bastar con amueblar la mente del educando sino ayudarle a descubrir un mundo en continua transformación. ¿Quién imaginaría hace unos años a una joven modelo con Síndrome de Down desfilando en Nueva York? ¿Por qué un niño con problemas de lenguaje no podría ser un experto en ingeniería informática? ¿Quién dijo que habría que todas las piezas de un puzzle deberían ser iguales? ¿No es más inteligente pensar que precisamente distintas piezas pueden conformar un puzzle aún más bello e interesante?
- Los expertos anuncian que un 80% de los trabajos que habrá dentro de medio siglo aún no existen. Es posible que el volumen de riqueza del estado -sangrado por deudas externas cada vez más monstruosas- sea incapaz de soportar a un funcionariado que sigue representando un porcentaje muy considerable de nuestras economías. El nuevo modelo va más encaminado a potenciar la figura del emprendedor capaz de innovar y de generar una verdadera riqueza a la sociedad en la que vive.
- Todo ello no se entendería sin el empeño de buscar la potencialidad de personas que están dotadas de distintas capacidades. Sí, esos a los que se les ha llamado disminuidos, inválidos, minusválidos y que en algunas sociedades han sido eliminados por representar un lastre social (duras palabras para una dura realidad). Sin embargo, hoy, desde distintas plataformas, asociaciones o federaciones, se lucha por dotar a estas personas de validez real y tangible para las sociedades en las que viven. Eso no se consigue con un modelo rígido basado en el molde ni tan siquiera en una educación "estandarizada" sino en el descubrimiento de los talentos ocultos de cada persona y su posterior integración en el mercado de trabajo.
- Actualmente, la UNESCO define la educación inclusiva en su documento conceptual así: ¨ la inclusión se ve como el proceso de identificar y responder a la diversidad de las necesidades de todos los estudiantes a través de la mayor participación en el aprendizaje, las culturas y las comunidades, y reduciendo la exclusión en la educación. Involucra cambios y modificaciones en contenidos, aproximaciones, estructuras y estrategias, con una visión común que incluye a todos los niño/as del rango de edad apropiado y la convicción de que es la responsabilidad del sistema regular, educar a todos los niño/as ¨.
- Hoy es un reto para toda la comunidad educativa trabajar la inclusión, rentabilizar las diferencias y apostar por un modelo poliédrico mucho más ajustado a lo que la sociedad está demandando.
- La uniformidad de métodos solo lleva al empobrecimiento, al agotamiento y a la rutina. La educación abierta siempre ha de plantear retos que sirvan para ilusionar a alumnos, profesores, padres y a un entramado socioeconómico que demanda lo mejor de cada uno para construir espacios cada vez más acordes con los tiempos en los que vivimos.
Por qué no debes dejar que tu hijo escuche reggaeton antes de los 12 años
Estefanía Esteban
Responsable Multimedia
13 de diciembre de 2017
Fuente: www.guiainfantil.com
'Baby, tú no eres la primera pero eres la verdadera'... Muchos niños cantan sin saber qué están diciendo este tipo de canciones. Pero aunque no lo creas, claro que dejan huella en ellos. Más de lo que imaginas.La psicóloga mexicana Daniela Muñoz no ha dudado en dejar claro al fin cómo afecta este tipo de canciones a los más pequeños. Ella lo tiene muy claro: el reggaeton es perjudicial para el desarrollo cognitivo de los niños. Te explicamos por qué.Por qué el reggaeton es perjudicial para el desarrollo cognitivo de los niñosLas declaraciones de la psicóloga Daniela Muñoz son claras y contundentes: un niño de 5 años no está preparado para entender cierto tipo de frases ni contextos que además afectan de forma negativa a su desarrollo cognitivo. Y es que las canciones hipersexualizadas no están escritas, evidentemente, para un público infantil. Sin embargo, ellos las escuchan a diario, y sí, como tienen ritmo y son fáciles de recordar, las terminan cantando .(...)
La etapa que va de los 6 a los 12 años es muy importante en cuanto la asimilación de valores y patrones sociales. Los niños comienzan a entender el significado de ciertos valores: solidaridad, empatía, amistad. Para asimilarlos, buscan un patrón de referencia. Los padres suelen ser los primeros en los que los niños se contemplan. Pero... ¿qué ocurre cuando de pronto se sienten 'absorbidos por mensajes muy diferentes que le llegan a través de canciones como el reggaeton o el trap que los absorben igualmente. El daño que les puede causar es mayor del que imaginamos. ¿Qué tipo de valores asimilan los niños a través de estas canciones?:a) ¿El éxito se basa en tu aspecto físico?b) ¿Las mujeres son juguetes de los hombres?c) ¿A más dinero y bienes materiales más felicidad?d) ¿Dominar a otras personas te hace más poderoso e importante?
13 de diciembre de 2017
Fuente: www.guiainfantil.com
VERDADES COMO PUÑOS
Emilio Calatayud, juez de menores, nos habla de la importancia de una buena educación para evitar niños malcriados.
PALABRAS PARA EDUCAR
50 FRASES CÉLEBRES SOBRE LA LECTURA
1. "Algunos libros son probados, otros devorados, poquísimos masticados y digeridos". Sir Francis Bacon.
2. "Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres". Heinrich Heine.
3. "Amar la lectura es trocar horas de hastío por horas de inefable y deliciosa compañía". John Fitzgerald Kennedy.
4. "Ante ciertos libros, uno se pregunta: ¿quién los leerá? Y ante ciertas personas uno se pregunta: ¿qué leerán? Y al fin, libros y personas se encuentran". André Gide.
5. "Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado en la vida". Mario Vargas Llosa.
6. "Carecer de libros propios es el colmo de la miseria". Benjamin Franklin.
7. "Cuando oigo que un hombre tiene el hábito de la lectura, estoy predispuesto a pensar bien de él". Nicolás de Avellaneda.
8. "Cuando rezamos hablamos con Dios, pero cuando leemos es Dios quien habla con nosotros".San Agustín.
9. "Cuanto menos se lee, más daño hace lo que se lee". Miguel de Unamuno.
10. "De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo... Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria". Jorge Luis Borges.
11. "Detesto la vulgaridad del realismo en la literatura. Al que es capaz de llamarle pala a una pala, deberían obligarle a usar una. Es lo único para lo que sirve". Oscar Wilde.
12. "El estudio ha sido para mí el principal remedio contra las preocupaciones de la vida; no habiendo tenido nunca un disgusto que no me haya pasado después de una hora de lectura".Montesquieu.
13. "El libro es fuerza, es valor, es fuerza, es alimento; antorcha del pensamiento y manantial del amor". Rubén Darío.
14. "El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho". Miguel de Cervantes.
15. "El regalo de un libro, además de obsequio, es un delicado elogio". Anónimo.
16. "El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta el modo imperativo'. Jorge Luis Borges. Daniel Pennac
17. "En muchas ocasiones la lectura de un libro ha hecho la fortuna de un hombre, decidiendo el curso de su vida". Ralph Waldo Emerson.
18. "Erotismo y poesía: el primero es una metáfora de la sexualidad, la segunda una erotización del lenguaje". Octavio Paz.
19. "Es un buen libro aquel que se abre con expectación y se cierra con provecho". Amos Bronson Alcott.
20. "Hacer versos malos depara más felicidad que leer los versos más bellos". Hermann Hesse.
21. "He buscado el sosiego en todas partes, y sólo lo he encontrado sentado en un rincón apartado, con un libro en las manos". Thomas De Kempis.
22. "La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible". Jorge Luis Borges.
23. "La escritura es la pintura de la voz". Voltaire.
24. "La lectura de un buen libro es un diálogo incesante en que el libro habla y el alma contesta".André Maurois.
25. "La lectura es a la mente lo que el ejercicio al cuerpo". Joseph Addison.
26. "La lectura es para mí algo así como la barandilla en los balcones". Nuria Espert .
27. "La lectura no da al hombre sabiduría; le da conocimientos". William Somerset Maugham.
28. "La lectura nos regala mucha compañía, libertad para ser de otra manera y ser más". Pedro Laín Entralgo.
29. "La literatura es el arte de la palabra". Manuel Gayol Fernández.
30. "La literatura es siempre una expedición a la verdad". Franz Kafka.
31. "La más noble función de un escritor es dar testimonio, como acta notarial y como fiel cronista, del tiempo que le ha tocado vivir". Camilo José Cela.
32. "La pluma es la lengua del alma". Miguel de Cervantes.
33. "La poesía no quiere adeptos, quiere amantes". Federico García Lorca.
34. "Lee y conducirás, no leas y serás conducido". Santa Teresa de Jesús.
35. "Leer un libro enseña más que hablar con su autor, porque el autor, en el libro, sólo ha puesto sus mejores pensamientos". René Descartes.
36. "Libros, caminos y días dan al hombre sabiduría". Proverbio árabe.
37. "Los libros no se han hecho para servir de adorno: sin embargo, nada hay que embellezca tanto como ellos en el interior del hogar". Harriet Beecher Stowe .
38. "Los libros que el mundo llama inmorales son los que muestran su propia vergüenza". Oscar Wilde.
39. "Los libros son amigos que nunca decepcionan". Thomas Carlyle.
40. "Los libros son el mejor viático que he encontrado para este humano viaje". Michel Eyquem de Montaigne.
41. "Los libros son las abejas que llevan el polen de una inteligencia a otra". James Russell Lowell.
42. "Los libros son, entre mis consejeros, los que más me agradan, porque ni el temor ni la esperanza les impiden decirme lo que debo hacer". Alfonso V el Magnánimo.
43. "Ningún escritor joven desea tanto la crítica constructiva como la alabanza". William Hill.
44. "Nunca releo mis libros, porque me da miedo". Gabriel García Márquez.
45. "Ser escritor es robarle vida a la muerte". Alfredo Conde.
46. "Si cerca de la biblioteca tenéis un jardín ya no os faltará de nada". Cicerón.
47. "Un hogar sin libros es como un cuerpo sin alma". Cicerón.
48. "Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora". Proverbio hindú.
49. "Un libro es un regalo estupendo, porque muchas personas sólo leen para no tener que pensar".André Maurois.
50. "Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído". Jorge Luis Borges.
La educación en Finlandia
Podemos mirar qué hacen en nuestro entorno a nivel educativo. Tal vez habría que plantearse si esa libertad y flexibilidad no es fruto de generaciones bien educadas. No se pueden exportar recetas sin analizar previamente la sociedad a la que van dirigidas.
APRENDIZAJE COOPERATIVO
Francisco Zariquiey nos habla de la importancia de este tipo de técnicas para aplicar en el aula.